El momento histórico del país es producto de las luchas, de las victorias y derrotas de los movimientos sociales, de los y las campesinas, del pueblo y, en conclusión, de la Mayoría social. Tres victorias contundentes en los últimos 30 años abrieron este camino: la constitución del 91, producto de un acuerdo de Paz con las Guerrillas del M-19 y EPL, que abrió un primer camino para la apertura democrática; en segundo lugar el acuerdo de Paz con las FARC -EP, que derrotó el marco discursivo de que el enemigo interno era la causa de todos los problemas del país, y puso la mirada del sentido común sobre sus responsables, los enemigos de la paz, la oligarquía y el terrorismo de estado. Y finalmente el Estallido social, que llevó a una de las movilizaciones mas grandes del pueblo colombiano, en contra de las reformas y de décadas de neoliberalismo y sus consecuencias, económicas, sociales y políticas. Todo ese acumulado de luchas, derrotas, polvo, sudor y sangre llevaron por primera vez en la historia, a un gobierno progresista a la casa de Nariño.
Hoy como ayer la izquierda llega al poder, cuando la crisis económica que deja el modelo es profunda y grave. Esto no es nuevo. La izquierda no llega al poder cuando todo está bien, nos señala García Linera. En ese marco, el Gobierno progresista tiene 3 pilares sobre los cuales descansan los cambios que la mayoría social reclaman, y por los cuales fue elegido.
El primer lugar está la Paz total, donde se han cometido varios errores que hoy salen a la luz, y que están desmoronando la propuesta gubernamental. No se le dio la importancia estructural al acuerdo de paz, como hoja de ruta y base fundamental para avanzar en otros procesos de paz. Se le otorgó un estatuto político y se le legitimo el nombre de una organización que desapareció producto de un acuerdo. Esto conllevó al graso error de darle estatus político a unas disidencias descompuestas y paramilitarizadas, que fueron creciendo a medida que el gobierno Duque fue haciendo trizas el acuerdo. El camino para derrotar estas estructuras es poner el acelerador en la implementación integral del acuerdo. Por otro lado, el ELN es una estructura política que debe dársele un trato más primordial y avanzar en las propuestas que no están en el acuerdo de la habana. Y finalmente las bandas criminales que no pueden tener un trato político y que deben ser combatidas con presencial social del estado y la fuerza legítima del mismo.
El segundo pilar es el componente Económico. Se aprobó un PND que tiene inmensas posibilidades para el buen vivir de la mayoría social. Desde el ministerio de minas se busca construir tarifas justas para los servicios de energía e internet, garantizar un mínimo vital de consumo, y comunidades energéticas que administren comunitariamente la prestación del servicio de la energía, quitándole el monopolio a las multinacionales de la energía. Se avanza en un salario para la tercera edad que les permita vivir dignamente. el impulso a la economía social y popular será fundamental para un país con el 60 % de informalidad en toda su fuerza productiva. El asunto acá es en imprimir velocidad en la implementación del Plan Nacional de Desarrollo. Es un potente instrumento para llevar hospitales, universidades vías y proyectos a la Colombia olvidada.
El tercer pilar son las reformas. Acá entra el componente educativo. Ahora bien, en el componente educativo, donde FECODE puso todo su empeño y compromiso en respaldar el gobierno del cambio. Las cosas no avanzan. EL avance significativo es el compromiso de incrementar recursos para el SGP, equilibrando el hueco de los años anteriores. Y avanzar en una mesa técnica para buscar fórmulas que permitan obtener los recursos para robustecer la inversión en educación pública estatal. De todas formas, eso avanza con lentitud. Por otro lado, un compromiso necesario y urgente es la modificación del parámetro, la relación técnica estudiante y maestro, que se fundamenta en el decreto 1850. Haciendo parte de la OCDE, que plantea que la cantidad de estudiantes por aula es de 19 estudiantes, para mejorar la calidad. Es inconcebible que hoy si un salón no tiene 35 estudiantes, se cierra el curso y “sobra” un maestro. esto ha llevado a una emergencia educativa, pues no solo supone una masacre laboral, que en Bogotá puede representar la pérdida de 3000 puestos de trabajo, sino la imposibilidad cierta de avanzar en una mejora educativa de importancia, pues la cantidad de estudiantes por aula representa una mejora en la atención pedagógica de cada estudiante, un mejor seguimiento de sus procesos y evaluación, y queda demostrado en la media de los colegios elite que tampoco superan los 20 estudiantes por aula. Hasta ahora no hay ningún avance al respecto.
El estatuto único, una de las banderas del actual ejecutivo de FECODE, y que permitiría mejorar la nivelación salarial para el total del magisterio, respecto a otras profesiones, quedo dilatado en el tiempo. No hay avances en la comisión tripartita y tampoco se ve de parte del ministerio fórmulas para desempantanar el camino. Como mecanismo transitorio se propuso un Concurso de acenso y reubicación que permitiría nivelar a más de 126000 maestros y maestras que no han podido mejorar su escalafón. Sin embargo, el ministerio ha cambiado el cronograma en tres ocasiones y el magisterio se siente desmotivado pues ve que los ejes fundamentales sobre los cuales el gobierno del cambio iba a contribuir para llevar a cabo las conquistas que durante décadas los y las maestras han peleado, se retrasan, se demoran y en ultimas no SE VEN.
Cierro este artículo dejando claro que estas críticas son urgentes y necesarias, y que eso no nos convierte en opositores políticos como el MOIR, o DIGNIDAD. Ellos no están a favor ni del programa de gobierno, ni de las reformas, ni de el Plan Nacional de Desarrollo. Nosotros estamos completamente de acuerdo con todo, con los tres pilares que hemos venido señalando. El problema es que el tiempo corre y solo quedan dos años de Gobierno para materializarlos. Urge buscar los mecanismos para su implementación inmediata. Si el gobierno toma acciones que le permitan salir del cerco parlamentario, el pueblo puede salir a respaldarlo, pero nos encontramos contra reloj. Finalmente, FECODE debe cumplir su papel fundamental de defender a los trabajadores, por lo que de ser necesario habrá que hacer un paro al ministerio de educación, que no es lo mismo que contra el presidente o su programa de gobierno. El paro es para que se cumplan los acuerdos por los que fue elegido el gobierno progresista.