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Palestina y los hijos de Abraham

Hace muchos años, el intelectual Edward Said nos señalaba que el orientalismo no es otra cosa que la invención de un “otro” al que se le atribuyen todos los males que occidente cree haber superado: patriarcado, atraso, dogmatismo, ausencia de democracia y tiranía entre otras. Sin embargo, lejos de ser un problema religioso, aunque evidentemente esto influya en el conflicto, es un problema político y sobre todo de humanidad y de empatía con un pueblo.

Las tres religiones, judaísmo, cristianismo e islamismo provienen de un mismo padre: Abraham cristiano y judíos descienden de Isaac, mientras que los musulmanes provienen de Ismael. Es falso que durante miles de años estos pueblos hubiesen estado en guerra.

El conflicto se desata a siglos del siglo XX cuando Inglaterra como país colonizador de Palestina, les ofrece a ambos pueblos la posibilidad de ser un estado nación. Luego de la Segunda Guerra Mundial cientos de miles de judíos retornan a Palestina. Será un estado dependiente de las directrices políticas de Inglaterra y Estados Unidos. El judaísmo de Israel es subsumido por el proyecto moderno y eurocéntrico de las potencias capitalistas, no es un proyecto de emancipación, sino que se trata de la construcción de una biopolitica de la muerte y de economía de mercado en un enclave profundamente árabe y anti Occidente.

A partir de allí, se instala una política inmunitaria, que, según Esposito, consiste en construir una idea del mal o enfermedad dentro de una comunidad que solo puede ser extirpada, eliminando todos los agentes patógenos que se encuentran en esta comunidad: el pueblo palestino ha sido desplazado, asesinado, humillado y negado durante más de setenta años. Ni siquiera en 1967 cuando se avanzó en la delimitación de los dos países, tuvo un día de paz, pues hasta el día de hoy sigue siendo ocupada y arrinconada sistemáticamente.

El terrorismo es causa y no consecuencia de este conflicto. Un pueblo que ha sido arrinconado y encerrado económica y políticamente es presa fácil de organizaciones que buscan la salida armada y la muerte de civiles como una posibilidad ante el abandono del mundo. El pueblo Palestino no desea a guerra. La salida a la guerra es el reconocimiento global de Palestina como un estado con plena autodeterminación, fronteras y gobierno propio. Aunque parezca difícil a la presión global y la lucha en las calles, tarde o temprano les darán la razón a los hijos de Ismael.

Después de décadas de lucha se logró lo imposible, frenar el bloqueo económico a Cuba o por lo menos que la mayoría de países del mundo reclamen el fin de estas medidas económicas. A pesar de la impotencia debemos persistir, la vida vencerá.

Henry Leonel Gómez
Licenciado en ciencias sociales de la UPN. Magister en educación UPN. Estudios en filosofía Urosario. Comisionado CUT. Activista sindical y social. Correo: [email protected]
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