La palabra extraño nos remite a una realidad exterior y ajena, vale decir, a todo aquello que está alejado de nuestra experiencia. Lo extraño es análogo a lo desconocido, que luego derivará en palabras como extranjero. A su vez, el verbo extrañar proviene del latín extraneare (fuera de lo común, con sorpresa) e implica la acción de extrañar –echar de menos algo o alguien– lo que nos pone en el campo de la afectividad que produce aquello novedoso e intempestivo.
De otra parte, la cualidad de ser lejano convierte a lo extraño en sinónimo de peligroso. La desconfianza y el temor hacía lo extraño es una de las características antropológicas abordadas por el psicoanálisis de Freud. De hecho, uno de los significados más sugerentes y productivos de la violencia es la práctica de rechazo, aversión y expulsión de lo extraño, diferente o desconocido.
Pero Freud analiza la cuestión en un registro pulsional y deseante. Nos dice que lo Unheimlich o siniestro a primera vista es antónimo de lo Heimisch o lo secreto, íntimo y familiar. Sin embargo, la jugada psicoanalítica está en decirnos que el horror y lo perverso también habita en lo cercano y conocido. Lo secreto e íntimo es, simultáneamente, extraño y ajeno. Afirma Freud que lo desconocido no siempre es espantoso y que lo familiar no escapa a lo perverso. Así, la familiaridad puede devenir, según Julia Kristeva, en “inquietante extrañeza”.
I
La utilización de “lo extraño” por parte de las representaciones estéticas ha sido un recurso semántico para describir las realidades contradictorias, fugaces y penetrantes que configuran toda experiencia vital. En el campo de la pintura, el expresionismo de Van Gogh, el cubismo de Picasso o la pintura metafísica propuesta por de Chirico son algunos ejemplos que merecen una diálogo con aquella “inquietante extrañeza”.
En 1967 The Doors lanza “Strange Days” (Días extraños), una poética sobre la incomprensión de lo cotidiano. La canción que da nombre al álbum es elocuente:
Días extraños nos han encontrado
Días extraños nos han perseguido
van a destruir
Nuestras alegrías casuales
seguiremos jugando
O encontrar una nueva ciudad
Del mismo álbum es “people are strange” (la gente es extraña), una interpretación melancólica acerca de la soledad y la alienación producida por el bullicio citadino:
La gente es extraña cuando eres un extraño
Las caras se ven feas cuando estás solo
Las mujeres parecen malvadas cuando no eres deseado
Las calles son desiguales cuando estás abajo
En 1995 20th Century Fox estrenó la película Días extraños y en el 2015 Montañero Cine, MoVi Cine, Universidad del Cine estrenaron la película colombiana Días extraños. Ambas películas comparten, además del nombre, el interés por mostrar un diagnóstico de los sintomas degradados que conforman su [nuestro] presente. Los días extraños son recreados en estas dos películas como exposiciones telúricas de una familiaridad decadente y violenta. A pesar de sus diferencias argumentales, la estructura narrativa de ambos largometrajes lleva al límite los moldes éticos y morales socialmente aceptados.
II
La versión gringa de Días extraños está enmarcada en el género de la ciencia ficción, en clave de un thriller futurista con acento distópico. Nos presenta una radiografía de la sociedad estadounidense en los últimos días del siglo XX, caracterizada por la incapacidad para vivir experiencias propias. Para satisfacer la necesidad experiencial las personas pueden comprar la experiencias de otros, esto es, recuerdos prestados de otras personas en otros lugares y en otros tiempos. La experiencia vital (corporal, intima e insustituible) transmuta en mercancía; en un objeto intercambiable y transferible.
Por un momento el cuerpo del comprador vive y siente algo que jamás sucedió en su vida. ¿Qué vida quieres? ¿Qué experiencia quieres vivir? Un viaje a un país lejano o una fantasía sexual pueden ser experimentadas sin salir de casa. El viraje dramático de la película tiene lugar cuando una de estas experiencias muestra la tortura y homicidio de una mujer.
En su texto ¿Que se siente ser un murciélago?, Thomas Nagel es enfático en decir que es imposible vivir o sentir las experiencias de otros. En primer lugar, la experiencia es siempre subjetiva e inasible para otros cuerpos que, a lo sumo, llegan a ofrecer sus interpretaciones. Por otra parte, la posibilidad de descentrarnos y observar desde otros ojos no sustituye la propia perspectiva, por lo que toda observación es una afimación impostada o, por lo menos, subjetiva.
La película radicaliza la sociedad de consumo que ha convertido la experiencia en mercancía, la realización frenética del deseo de invadir y saquear cuerpos y vidas ajenas. Comprar experiencias es, por tanto, una práctica violenta y peligrosa. Los reality shows, los videojuegos (cada vez más violentos) o planes turísticos macabros como el que ofrece vivir la experiencia de miles de migrantes que atraviesan el Tapón del Darién, muestran una de las tantas violencias promocionadas por el capitalismo actual.
III
En la película colombiana los Días extraños se ven en blanco y negro, prefigurando los colores del tedio y el hastío inevitable que significa sobrellevar la vida. Los protagonistas son dos jóvenes colombianos que viven en Buenos Aires, y que poco a poco se van quedando sin alientos ni motivos, ni ganas de vivir. Los planos lentos y los paisajes urbanos fantasmales, sucios y con poca gente ofrecen una cotidianidad tan reflexiva como incomoda de mantener.
En el Mito de Sísifo, el héroe castigado por Zeus fue condenado a subir una pesada piedra hasta lo alto de una montaña para, luego, dejarla caer. Sísifo debe bajar de la montaña para volver a empezar de nuevo eternamente. En su interpretación del mito, Albert Camus sugiere que el castigo de Sísifo representa el absurdo de la vida, es decir, la realización de la inevitabilidad e inútilidad de vivir. Pues bien, en esta película el absurdo expone una profunda gramática del vacío.
Para escapar del absurdo, la pareja protagonista busca experiencias radicales cargadas de violencia como forma de dar sentido a su existencia. La relación Eros-Tánatos se muestran como elementos complementarios que deben ser percibidos simultáneamente, pues no existe el uno sin el otro. Pareciera que la trama nos dijera en todo momento que el objetivo de vivir es buscar los límites y extremos de toda experiencia.
El placer ciego (eros) y el peligro absoluto (tánatos) marcan, por tanto, el compás de toda vida que quiera confrontar la inutilidad y el absurdo. Aunque se muestran personajes exhaustos y agotados, no creo que la película sea una oda al pesimismo. Su mensaje es que la cotidianidad debe estar atravesada por el riesgo y el peligro, esto es, por la vulnerabilidad y la fragilidad de la condición humana.
Vivir es, entonces, exponerse radicalmente al daño. Entregarse y agotarse serían sinónimos de plenitud, aunque el destino sea la nada y el absurdo sea ineludible. El epígrafe escogido por Camus para introducir al lector del Mito de Sísifo es una cita de Píndaro que dice “No te afanes, alma mía, por una vida inmortal, pero agota el ámbito de lo posible”.