Se dice que Nelson Mandela en su pequeña celda de Robben Island repitió sin cesar el poema de William Ernest Henley «Invictus«, que además inspiró la película que lleva el mismo nombre y nos cuenta la llegada a la presidencia del primer hombre negro en Sudáfrica.
«Desde la noche que me cubre,
Negra como el abismo de polo a polo,
Agradezco a los dioses que puedan existir
Por mi alma invicta”.
Invictus fue magistralmente protagonizada por Morgan Freeman y con la aprobación del mismo Mandela, quien afirmó «que élera el indicado para interpretarlo», ha dejado una huella imborrable en las mentes de sus espectadores.
«En las feroces garras de las circunstancias
No he gemido ni llorado.
Golpeado por el destino,
Mi cabeza está ensangrentada,
pero erguida”.
Así pues, Madiba, como lo llamaban cariñosamente, se había convertido en el símbolo mundial de la lucha contra el racismo y el colonialismo. Él, quien abrazó la violencia política para liberar a supueblo, fue encarcelado y obligado a trabajar forzosamente por más de 27 años; eso lo convirtió en un icono de la libertad.
«Más allá de este lugar de ira y lágrimas
Se vislumbra el horror de la sombra,
Y aun así, la amenaza de los años
Me encuentra, y me encontrará, sin miedo».
El poema que lo ayudó a no desfallecer en medio de la dureza de una situación que hubiese quebrado al más fuerte de los hombres retumba en la memoria de los luchadores por la libertad, la justicia y la equidad.
«No importa cuán estrecho sea el portal,
Cuán cargada de castigos la sentencia,
Soy el amo de mi destino,
Soy el capitán de mi alma».
Fue ese estoicismo por alcanzar un propósito superior lo que lo mantuvo de pie, a pesar de perderlo todo, incluso sus seres queridos…
Tras ser elegido presidente de la nación del arcoíris, muchos de sus seguidores y compañeros de partido esperaban una política del revanchismo, pero la sabiduría de un curtido ex presidiario eligió ser el presidente de la esperanza, la unidad y el perdón colectivo.
Mandela, como un gran líder que era, eligió alinear su nación en torno al futuro y no al doloroso pasado que mantenía heridas abiertas de lado y lado, más de uno que de otro, que era el que gobernaba ahora.
Aquí es donde entra a jugar el rugby como agente unificador y sanador, algo que nadie, solo él en su genialidad, podía configurar, y si bien pudo haber elegido cualquier deporte, eligió el que sus seguidores no querían por considerarlo exclusivo de la élite blanca que los había condenado al apartheid. Dice el refrán inglés: el fútbol es un juego de caballeros jugado por hooligans y el rugby es un juego de hooligans jugado por caballeros.
En ese orden de ideas, el mundial de rugby era simplemente un evento para la minoría blanca del país; solo un gran líder entendió que era la oportunidad para unir a la nación. Mandela se entrevistó con el capitán de la selección sudafricana de rugby Jacobus François Pienaar e inició una campaña de expectativa que logró alinear las fuerzas vivas de la nación en torno a ganar el mundial.
Al final, Madiba usó la camiseta del equipo de rugby con el número del capitán para entregar el trofeo del triunfo, simbolizando la grandeza del perdón, sobre todo él que había sufrido lo innombrable. Su estrategia estaba finalizada; ese día sus seguidores y amigos entendieron que la política de odio iniciaba su final.
Recuerda que el líder eres tú,
eres el amo de tu destino y capitán de tu alma.
Yesid González Perdomo
Secretario de Educación del Magdalena
Palabras de clausura en el III Seminario de Alta Dirección en Gestión y Liderazgo.
12 de septiembre del 2024.