Sociedad del ruido,
mezquina y suculenta
Enternecida en el hamparte,
sucumbe ante la mirada enternecida,
de aquel, hoy su fetiche, al que hace hijo.
A los animales que más allá de fieles, hacen hombres,
Mamíferos en el desconcierto
Ahora parecen ser
Una triste mueca, desprovista cada vez más de su naturaleza auténtica.
El ser humano el refundador, como caterva paso a paso se sumerge en cual estigia laguna.
Divisan en el otro, desde un estado de inconsciencia real,
Se piensan como seres selectos, que hacen parte del gueto
cual santoral moderno,
seres ungidos provistos de humanidad que están llenos de magia,
y cada uno dios o apóstol,
sumergida (o, e) en su propia presencia obnubilada,
en el sin sentido, munchhausen,
a tal punto de rechazar su naturaleza, maldito maltrato histórico
se ha renunciado a la locuaz aceptación divina,
Proyecta en el otro lo que quiere para sí, la perfección.
En esta contradicción, tan terrible huella ha quedado en la fibra histórica,
hoy ya no es malo jactarse de pensarse como gran señor,
Por ende, el pasado no es ya tan horrible, solo ha mutado
Observar en el otro lo divino cual malvado parece ser
Alivia su prometedor presente,
perfilan como opositores de la esclavitud, pero gozan de saberse ser amos buenos, se siente bien creer que lo es,
Ya no es ruin sentir tal poder
Ese que se encuentra en estado de latencia dentro del Hipnos
Esperando cual fobétor volverse carne
Antropófago ser….
Patrono, Veo en tu rostro la sonrisa oculta
gustas creer ser dueño de alguien,
vistes cual magnánimo y te revistes con la fuerza del gueto,
que aclama la salvación, ¡que compasivo!
en la palestra publica hoy estas seguro, de mostrarte sin sonrojarse,
sin la palidez que otorga ser culpable del delito, ¡si!, una cara buena,
un modelo social crece, uno como muchos
de principios morales sesgados,
esnobismo por doquier… el vulgo disfruta entusiasmado
en el festín de un día, de un momento al menos, por que sonríes o das la mano,
humilde servidor, tan conmovido listo para foto, populista,
esto te exaltara como ser de creencias.
Ja, No estarán como estos en el Hades sino a la diestra del Padre,
Siguen una doctrina con principios de aquel del valor de antaño,
De esos cualesquiera, como aún hoy son todos inmundos,
Traen como viajero en el tiempo hasta hoy,
Aquellas dinámicas disfrazadas… a la manera de tiempos de la esclavitud humana, donde moreno y negro fuere sinónimo de morisco, de bárbaro, de bestia, al cual la reforma punitiva le otorgaba el título de blasfemo y pecador…
un tipo de oscurantismo sincrético, que en tiempo decimonónico, le podría con ultranza de poder, devolver el valor de «humano» y de humano padecer, para ser bueno.
Del tiempo del terruño,
hacia muesca de prosperidad pórfida.
De aquel sol incesante sobre la piel,
que se tiende rígida por el dolor.
La pomposidad híbrida se ha desarrollado, nunca se ha ido, ha mutado poniéndose a vanguardia de los tiempos modernos.
Ahí, antes y ahora, Jactarse de buen señor ha sido costumbre, este que se baña en el cáliz del sofocante ruido, de la estrafalaria máquina, del aturdidor sonido, del más caro licor, del más fino ocio o llamativo deporte.
La humanidad se alista en fila, siguiendo al buen señor, cual piensa haber encontrado el camino, y se pierden en su desdeñado sentido, exaltaltandose Unos a otros, por dogma o pensamiento como si no fueran las dos finalmente creencias, pues la ciencia y la fe como lo ha querido aquel Tomás de Aquino, sin dudar son una verdadera verdad, que falazmente es cada vez más humana.