Otra escuela para otra sociedad posible
(Ponencia presentada en el Congreso Federal de Fecode (Cali, 29 de nov al 2 de diciembre de 2022)
Los cambios históricos de nuestro país, en 40 años de movimiento pedagógico, implican analizar el papel de las nuevas condiciones sociales, económicas, culturales y políticas. Mucho ha sucedido desde los inicios del movimiento, pasando por la Ley 115 y la contrarreforma educativa la escuela no es la misma, medios tecnológicos, redes sociales y avances científicos han transformado la manera como los seres humanos se relacionan entre sí, aprenden y construyen conocimiento. Sin embargo, los discursos y reivindicaciones son, en apariencia los mismos; lo que nos lleva a un escenario de profunda crisis que, como magisterio, debemos atender. Así de esta manera, buscamos brindar elementos de análisis que nos permitan avanzar en la construcción de escenarios de diálogo y debate del magisterio sobre el papel del movimiento pedagógico colombiano en el proyecto democrático de esta etapa histórica que protagonizamos.
UNA BREVE HISTORIA PARA COMENZAR
La maestra solicitó la tarea e inmediatamente Jenny le mostró su celular y le dijo que la tenía allí. Además, agregó que no tenía datos y le pidió que le compartiera wifi para acceder a su correo electrónico y poder enviarla. La maestra accedió, pues el colegio no tenia internet y cuando recibió el correo de su estudiante encontró que el trabajo entregado se resumía a varios pantallazos tomados de diversas páginas de la web sobre el tema, sin la más mínima conexión o análisis realizados por la niña. Pero entre todo el curso ella era de las pocas que había hecho algo, los demás estudiantes al ser llamados para evaluarles sus tareas cínicamente contestaban “no la hice” y continuaban charlando entre ellos o jugando con su celular. Así pues, la maestra se vio obligada a “valorarle” el esfuerzo a Jenny y ponerle una buena calificación, sabía que no podía darse el lujo de “hacer perder” a muchos estudiantes porque inmediatamente sería cuestionada por las directivas del colegio por su método de enseñanza, lo que sería tenido en cuenta en su evaluación de desempeño anual.
Esta breve escena retrata las condiciones actuales de la escuela pública. Cualquier maestro o maestra podría identificarse con ella, pues es la “normalidad” impuesta por el sistema educativo, estudiantes sin interés, maestros y maestras sometidos al miedo y al escarnio público, implantación de procesos virtuales en la escuela sin la mas mínima mediación pedagógica, ausencia de dotaciones escolares, infraestructuras, redes de internet y una buena parte de directivos con la herramienta evaluativa en sus manos, cual látigo amenazante evitando la rebeldía pedagógica, dispuesto a utilizarlo a la mas mínima expresión de desafío a la autoridad institucional.
Ni que decir del gobierno escolar, pues a pesar de su existencia en donde el consejo académico y el consejo directivo tienen funciones definidas y establecen la posibilidad de escenarios decisorios de debate pedagógico, académico, administrativo, casos como el del ejemplo no serán tratados o analizados. Estas instancias de participación se han convertido en espacios netamente informativos en donde las directivas llevan decisiones ya establecidas, informan directrices de las Secretarías de Educación, amenazan con el castigo de “la evaluación de desempeño” a sus maestros y al final de año organizan comisiones de evaluación y promoción en donde se hace todo el esfuerzo, aun pasando por encima de los procesos académicos de cada docente, para evitar la pérdida de año de los estudiantes y promover la mayor cantidad posible al año siguiente, aún si tienen graves deficiencias académicas y de socialización.
El resultado se resume en un video muy viral de tik tok, que puede ser la situación de cualquier colegio en Colombia, fue difundido por estudiantes de un colegio bogotano, tiene una duración de tres minutos y en su desarrollo varios de ellos dicen: “me gradué de once sin saber …” y a continuación cada uno nombra un tema específico de cada una de las áreas del conocimiento. Las consecuencias ya todos las conocemos, los resultados académicos del país comparados con otros de la OCDE e incluso de Latinoamérica son lamentables y tienen de trasfondo la profunda crisis de la escuela pública y del trabajo docente en Colombia.
ALGUNOS ANTECEDENTES
En 1984, la primera edición de la revista Educación y Cultura (FECODE, 1984), tiene un artículo de Alberto Martínez Boom titulado: “Movimiento pedagógico: Otra escuela, otros maestros”. El texto hace una descripción de las problemáticas pedagógicas, didácticas y filosóficas de la escuela pública y del mismo rol del maestro que, producto de esas transformaciones económicas e intereses políticos, había quedado para esa década reducido al papel de asalariado de un servicio público y administrador de la enseñanza. Así mismo, describe el desplazamiento de la pedagogía a manos del diseño curricular y la profunda relevancia que empieza a tener “el rendimiento escolar” y las pruebas estandarizadas en desmedro de la formación integral, el pensamiento crítico y la construcción de ciudadanía.
Eran los inicios del Movimiento Pedagógico que tendría enormes consecuencias sobre la concepción ontológica del rol del maestro como pedagogo, sujeto político y transformador cultural en la tarea emancipatoria de la escuela pública, toda una corriente de análisis que con sus debates internos se plasmó en la Ley General de Educación, en donde la autonomía escolar, la libertad de cátedra, la educación laica, la defensa de la educación pública y el empoderamiento de los maestros jugaron un papel definitivo. Sin embargo, y a pesar de los innegables avances, los tiempos han cambiado y nuevas amenazas se fueron cerniendo sobre los maestros como fuerza social en Colombia.
Si bien la Ley General de Educación es para algunos una cooptación por parte del establecimiento del Movimiento Pedagógico, también representó un avance con respecto a lo que existía en materia educativa. Sin embargo, la agenda global iba por otro camino y se plasmaba a nivel nacional en una agresiva contrarreforma educativa que desfinanció la educación, adelantó profundos procesos de privatización endógena y exógena, anuló la construcción de proyectos educativos institucionales, sometió el proceso de enseñanza – aprendizaje a la estandarización de contenidos y evaluación, definió las pruebas censales como los instrumentos de evaluación de la calidad, condenó a los maestros al estatuto de la profesionalización docente o 1278, destruyendo la estabilidad laboral y utilizando la evaluación de desempeño y la de ascenso como herramientas disuasivas para menguar la capacidad organizativa sindical y en la misma línea circunscribir el rol del maestro a la simple tarea de replicar contenidos y saberes estandarizados y construidos por otros.
LA DÉCADA PÉRDIDA
Los inicios de la década pasada están signados por la agresiva arremetida paramilitar y el feroz conflicto armado entre estos y las guerrillas colombianas, Álvaro Uribe Vélez aprovechando su llegada al poder y el auge de la guerra contra el terrorismo impulsada a nivel global por George Bush, producto del atentado contra las torres gemelas, establece un régimen neofascista en el país.
A sangre y fuego y con una alianza estratégica con empresarios, banqueros, terratenientes y mafias regionales, sometidos a los intereses de multinacionales y del gobierno estadounidense, arrasó con los derechos colectivos adquiridos por los trabajadores, adelantando un profundo proceso de privatización y venta de empresas estatales, desarrollan una política de contra insurgencia sindical plasmada en el asesinato sistemático de lideres sociales, sindicales, gremiales del cual los maestros y maestras no fueron ajenos. La economía de guerra se impuso como política de Estado, los subsidios en busca de clientela electoral se generalizaron y la corrupción en todas sus formas se adueñó de las instituciones públicas (Cortés, 2010).
En materia educativa profundizó el proceso de desfinanciación iniciado por Andrés Pastrana en el 2001, se implementó el estatuto de la profesionalización docente en el 2002 mediante el cual los docentes a partir de la fecha pasan a regirse en materia de pensiones por la Ley 100, perdiendo los beneficios del regimen exceptuado del 2277, además de todas las consecuencias ya expuestas a nivel salarial con la dificultad en materia de ascenso y estabilidad laboral. Por otro lado, se empezó con el proceso de privatización de la educación pública, mediante la figura de concesiones, tercerización y flexibilización laboral, tema que sigue hasta hoy vigente.
Aparece el nefasto decreto 230 de 2002 mediante el cual se define un porcentaje mínimo de promoción del 95% de los estudiantes lo que transforma las dinámicas escolares totalmente, pues somete todo el proceso educativo a un ciclo eterno de recuperaciones con el solo objetivo de bajar el promedio de pérdida escolar sin tener en cuenta el proceso en sí, en otras palabras el objetivo fundamental es que el estudiante pase de un año al otro con promoción automática, atendiendo a un proceso cuantitativo sin que medie una reflexión pedagógica.
Poco a poco el papel del maestro en la escuela se fue restringiendo a un mediador
entre la nota y el poco esfuerzo de los estudiantes con el agravante de que el peso
del resultado final recae exclusivamente en su capacidad para encontrar las
estrategias para que el estudiante obtenga la nota mínima para aprobar; la familia
y el estudiante no tienen responsabilidad alguna, simplemente se limitan a llenar
compromisos que la mayoría de veces no cumplen porque no hay nada que los
motive a cumplirlos, más allá de las razones propias de cada uno. Si se le añade a esto la gravísima crisis económica que incidió en la descomposición social, la pobreza, las múltiples violencias y los procesos de desplazamiento interno producto del conflicto armado colombiano, que junto con la ausencia de inversión en materia de infraestructura, dotaciones y proyectos educativos, hundieron a la escuela pública en una profunda crisis que desborda el tema salarial de los maestros y crea las condiciones para que la falta de “calidad” educativa, según los tecnócratas derive en la necesidad de privatizar las instituciones educativas y endilgar a los maestros y maestras la responsabilidad total del pésimo nivel educativo colombiano.
PROBLEMAS ACTUALES
Actualmente el magisterio colombiano producto de todos los procesos anteriores, pero además teniendo en cuenta los errores en la dirección del sindicato, atraviesa una profunda crisis que podemos enumerar a continuación:
1. Crisis de dirección: A pesar de la negación de algunos sectores hegemónicos de la dirección del sindicato, las malas decisiones y la incapacidad de sentar una posición beligerante con los gobiernos uribistas y con el de Santos ha menguado la capacidad de movilización del magisterio colombiano, la estrategia de acordar y concertar de espaldas al grueso del magisterio cuando se ha tenido la fuerza en las calles, ha reducido el apoyo de muchos maestros y maestras que no se sienten representados y recogidos.
2. Despolitización y despedagogización: la arremetida neoliberal y neofascista durante los últimos 20 años ha tenido una nefasta incidencia en la connotación del rol del maestro en la escuela. En primer lugar, como sujeto de la pedagogía, las contrarreformas cambiaron la forma como el maestro se ve a sí mismo y se ve en la escuela, lo importante es ascender en el escalafón pasando el concurso, elevar el nivel de preparación académica obteniendo títulos de especialización, maestrías y doctorados sin importar el endeudamiento y lo peor aún en muchas ocasiones sin que esto tenga incidencia en el mejoramiento de la práctica pedagógica en la escuela.
En esa misma línea, la reflexión pedagógica es casi inexistente, lo importante es dar el reporte, llenar el formato, tener la evidencia… En segundo lugar, como sujeto político, lo importante es limitarse a su campo de conocimiento y pasar lo mas inadvertido posible, la misma dinámica y noción de eficiencia del tiempo escolar acabó con los espacios de reflexión, comunicarse, dialogar entre pares es en muchos colegios sinónimo de “perder el tiempo”, el estudiante debe volverse competente y aprender a “competir” contra otros.
Lo mismo pasa con el maestro, debe “competir” con otros maestros por la relevancia de sus proyectos, debe competir para no ser entregado sin asignación académica, hablar de sindicalismo, de pedagogía, de organización, de asamblea de maestros, es casi un acto subversivo para muchos “gerentes educativos” convertidos en rectores que administran un colegio como si tuvieran una empresa que fabrica estudiantes que responden a pruebas estandarizadas de manera eficiente y de cuyos resultados dependen incentivos económicos.
La formación ciudadana, la convivencia, se ven limitados a manuales escolares y a la elección en los dos primeros meses del año del gobierno escolar que reproduce, guardadas las diferencias, los mismos vicios de la política tradicional. Como consecuencia de esto la capacidad para presentar alternativas y propuestas concretas de política educativa por parte del magisterio organizado es mínima, es tan así, que llegó la hora de tener un gobierno progresista por primera vez en la historia del país y FECODE no tiene una propuesta de estatuto único socializada, ni mucho menos una apuesta del tipo de escuela y educación que necesita el país.
Grave error porque es cederle la posibilidad histórica a otros sectores de hacer el trabajo que debemos hacer los maestros y maestras colombianos.
3. Escuela como escenario humanístico: La tercera y cuarta revolución industrial y tecnológica han construido una profunda brecha en los procesos de construcción de saber en la escuela, en una sociedad en donde el neoliberalismo impuso el concepto de sociedad del conocimiento y capital humano, con el desarrollo científico y tecnológico acelerado de las últimas décadas, resulta cuestionable que los discursos al interior del magisterio no cambien, es obvio que la confrontación permanente con el establecimiento por lograr financiación para la educación es un eje estructural de la lucha magisterial.
Sin embargo la lucha por la pedagogía ha quedado relegada a un segundo plano, la producción académica por parte del sindicato, el análisis del rol del maestro en un contexto signado por los continuos avances científicos y tecnológicos, las reivindicaciones en la escuela en contra de la educación bancaria son mínimas, competencias, DBA, estándares, pruebas descontextualizadas deben ser combatidas con propuesta pedagógica y didáctica, la escuela es un territorio en disputa ideológica constante entre quienes ven al ser humano como capital humano y consumidores en potencia contra quienes posicionan el pensamiento crítico, la construcción de ciudadanía y conocimiento como motor del desarrollo social del país.
El discurso no puede seguir limitado a reivindicaciones gremiales mientras las comunidades siguen siendo educadas para obedecer y reproducir un modelo social excluyente e injusto alejadas del desarrollo científico, tecnológico con escuelas que funcionan igual que el siglo pasado.
4. Escuela para la paz y la diversidad: El magisterio colombiano viene afrontando una situación adversa en materia de derechos humanos, amenazas, violencias en los entornos y respeto por la diferencia y la diversidad, a pesar de que la Escuela como territorio de paz ha sido una de las banderas de FECODE, no se ha logrado establecer una política concreta y coherente que solucione esta problemática. La situación de orden público, las amenazas en contra de los maestros, la inseguridad relacionada con la delincuencia y el asalto que la escuela sufre a manos del narcotráfico tiene en algunas zonas a los maestros contra las cuerdas.
Teniendo en cuenta las razones expuestas, se hace necesario trabajar conjuntamente con las comunidades y el gobierno nacional en un plan de choque que dé una solución integral y construya proyectos educativos institucionales comunitarios con enfoque de género que atiendan las problemáticas de las poblaciones más vulnerables.
La dignificación de la profesión docente y la financiación de la educación pública son elementos fundamentales en esta coyuntura, lograr las reformas constitucionales necesarias que resuelvan el problema económico cambiando el escenario de lucha educativa es determinante en el corto plazo. Mientras el magisterio colombiano siga centrando sus reivindicaciones en los recursos económicos y deje de lado la lucha por la pedagogía, será muy difícil transformar la escuela y por ende la sociedad.
Incluso hay que poner sobre la mesa la discusión sobre las relaciones técnicas y parámetros, el hacinamiento en las instituciones educativas es un escenario que atenta contra la dignificación del ser humano y el proceso de enseñanza – aprendizaje. Las escuelas hacinadas y sin recursos forman seres humanos con una salud mental deteriorada y entornos de aprendizaje poco aptos para el desarrollo humano.
Además, un reto fundamental es la construcción de un estatuto único docente que permita la dignificación de maestros y maestras, rescatándolos de una evaluación punitiva que condiciona su mejoramiento salarial a evaluaciones que obedecen a principios económicos de eficiencia del gasto público además de someter al magisterio a graves procesos de tercerización, flexibilización e inestabilidad laboral.
Incluso el mismo papel de los directivos docentes debe ser materia de transformación, la escuela pública más allá de administradores del gasto necesita lideres pedagógicos y comunitarios que entiendan las necesidades del contexto y trabajen por sus comunidades. Esto implica pensar en la posibilidad de que se tenga en cuenta en el nombramiento de rectores y directivos docentes la existencia dentro de su perfil el desarrollo de proyectos educativos de innovación, procesos de investigación educativa y un componente pedagógico fuerte.
Finalmente hay que decir que el magisterio tiene en el gobierno de Gustavo Petro la oportunidad de avanzar en tareas fundamentales, el mismo presidente en una alocución argumentó que la educación debe ser un pilar fundamental en el proyecto de país que se quiere construir. Hay que hacer el llamado a todas las fuerzas y corrientes dentro del magisterio a pensarse un proyecto educativo para el país más allá de los egos e intereses particulares, se tiene como base la lucha histórica de nuestra organización, los aportes de miles y maestros a lo largo y ancho del territorio nacional que aún preservan el legado del movimiento pedagógico y la realidad de un gobierno que propone cambios estructurales para el país, está en manos de maestros y maestras la construcción de otra escuela para otra sociedad posible.
Referencias
Cortés, C. (8 de julio de 2010). La Silla vacía . Obtenido de TOP DE FUNCIONARIOS INVESTIGADOS
EN EL GOBIERNO DE URIBE: https://www.lasillavacia.com/historias/silla-nacional/top-de-
funcionarios-investigados-en-el-gobierno-de-uribe
FECODE, C. . (julio de 1984). Revista Educación y Cultura No. 1. Movimiento pedagógico: Otra escuela, otros maestros. (2). Bogotá , Colombia : Magisterio . Recuperado el 23 de
noviembre de 2022