Familia, participación y educación
Artículo publicado originalmente en la revista "Escuela y Pedagogía". Recuperado de: https://escuelaypedagogia.educacionbogota.edu.co/miradas/familia-participacion-y-educacion
Por: Ángel Peréz Martínez
Este documento resume mi intervención en el pasado Foro Educativo Distrital de Bogotá, realizado el 26 y 27 de septiembre de 2022, sobre la necesidad de fortalecer la participación de los padres de familia, por el impacto positivo que tiene para el proceso educativo de los hijos y la mejora de la educación.
El problema
En el documento elaborado para el Foro Distrital de Bogotá, por el Liceo San José Oriental y otras tres instituciones escolares de la localidad de San Cristóbal, para desarrollar un proyecto que denominaron: “Hijos huérfanos con padres vivos” se afirma que:
“se ha comprobado que existe una correlación negativa y significativa en cuanto a los estilos parentales y las dificultad en el desarrollo comportamental de niños, niñas y adolescentes, presentes en las instituciones educativas como consecuencia de hijos huérfanos con padres vivos”. “La orfandad de padres vivos la evidenciamos en nuestra institución a través de: presencia con ausencia, ausencia de uno de los padres y ausencia total de los padres”.
De igual manera, en el trabajo realizado por un docente orientador, con relación a estilos parentales (Madre-Padre), en el Liceo clasificaron así a los padres de familia: 20% negligentes, 17% autoritarios, 38% permisivos y 35% pasivos.
Propuesta para enfrentar el problema
El Liceo San José y las tres instituciones que lo acompañan proponen que un grupo de colegios de la localidad de San Cristóbal de Bogotá se unan para enfrentar la ausencia o la desatención de los padres con respecto al proceso de formación de los estudiantes; ellos esperan contar con la ayuda de la Secretaría de Educación en el diseño de una escuela de padres de familia que funcione en un ámbito interinstitucional, con el objetivo de asesorar, orientar y desarrollar estrategias e instrumentos que permitan cualificar la participación de los padres de familia, con el objetivo de incidir, de manera positiva, en las conductas y desarrollos de los estudiantes en un territorio donde ejercen influencia los colegios.
Recomendaciones para consolidar la participación de padres de familia en los colegios de Bogotá.
1. Tener en cuenta el contexto sociocultural y económico de los padres de familia:
Una primera recomendación es conocer a profundidad el contexto sociocultural y económico de los padres de familia. Un buen ejemplo lo constituye el colegio distrital Alemania Unificada, de la localidad de San Cristóbal, Institución que realizó un estudio especial, a través de encuestas de percepción, para conocer el contexto sociocultural y económico en el que vivían los padres de familia y los estudiantes. Estas encuestas fueron la base para elaborar un diagnóstico, con evidencia, que se utilizó para formular un proyecto de transformación pedagógica en el 2022.
En Bogotá subsisten diversas características sociales y económicas que afectan la vida de los padres de familia y sus posibilidades de involucramiento en los procesos educativos de los colegios. Según la encuesta de calidad de vida (ECV) del DANE – 2021[1], el 48,6% de las familias viven en arriendo o en subarriendo, aspecto que incide en los traslados de los estudiantes (cambio de colegio), ausentismo escolar y en la deserción escolar, por cuanto las familias de estrato 1, 2 y 3 se trasladan de vivienda con facilidad, entre barrios e incluso entre localidades. Este hecho, sustenta la propuesta de crear una red de colegios, en un territorio determinado, para formar a los padres de familia (escuela de padres) con propósitos comunes.
Sobre la conformación de las familias, la ECV del 2021 encontró que el 47,5% de los hogares de Bogotá reconocieron como jefa de hogar a una mujer. Cabe resaltar que este porcentaje en el Distrito Capital ha crecido notoriamente, en el 2016 el 40,9% de los hogares tenía como jefe a una mujer y el 59,1% a un hombre (ECV-2016). Dato a tener muy presente a la hora de promover la participación de los padres de familia en los proyectos educativos.
Los colegios públicos atienden y citan a los padres de familia en la jornada laboral de los docentes, cuando la mayoría de padres no pueden asistir, por tal razón para lograr una participación activa es necesario planear el contenido y número de reuniones a realizar en la escuela de padres (no más de 4 encuentros al año), en un horario favorable para los padres de familia, que permita a los docentes formar, intercambiar ideas y promover acciones para apoyar y mejorar las actitudes y comportamiento de los estudiantes hacia la escuela y dentro de ella. Estas reuniones no son para entregar los reportes y las evaluaciones del estudiante.
Un segundo paso es incrementar la relación entre padres de familia y docentes, a través de las TIC. La ECV del 2021 encontró que en Bogotá el 81,5% de los hogares están cubiertos o tienen acceso al servicio de internet a través de una conexión fija o móvil. Lo anterior facilita interactuar con los padres de familia, por ejemplo, mediante mensajes de voz (acompañados de videos, gráficas, vínculos y otros) que podemos hacer llegar a grupos de padres o de manera individual por WhatsApp, blogs del curso, Facebook entre otros.
Por fortuna para los directivos y docentes, estas formas nuevas de relacionarse empiezan a ser una práctica que ya se utiliza de manera permanente en algunos colegios. Recalco que se requiere mayor discusión de los docentes en equipo (por grados, ciclos, niveles o áreas) sobre el cómo, cuándo y para qué trabajar con los padres de familia. Un punto importante a tener en cuenta es que el maestro puede personalizar, a través de las TIC, comunicaciones e interacción permanente con los padres de familia, cuyos hijos tienen problemas con el desarrollo de las actividades académicas o problemas de convivencia o socioemocionales.
La pobreza debe ser una extraordinaria oportunidad para la pedagogía y para la participación de los padres de familia. Según la ECV del 2016, el 89% de los hogares de Bogotá residen en estratos 3 (37%), 2 (45%) y 1 (7%). En la ciudad la educación segrega, de tal forma que en localidades como San Cristóbal los colegios públicos están conformados por los estudiantes de familias estrato 1 y 2, por tal razón en el Foro Distrital se recomendó a los maestros considerar la pobreza no como un obstáculo insuperable para la educación, por el contrario, la pobreza es una oportunidad para el desarrollo de procesos de transformación pedagógica y de prácticas innovativas en el aula y fuera de ella. La pobreza y los bajos niveles socioculturales de las familias demandan consolidar el liderazgo de los rectores y los coordinadores en los procesos de transformación pedagógica e innovación[2], para que ellos motiven y comprometan a los docentes en los procesos de participación de los padres de familia.
La heterogeneidad de las familias bogotanas es alta y tienen características complejas, en algunos casos no existe arraigo con la ciudad, algunas familias están de paso o acaban de llegar. No olvidar que, según la Guía metodológica para el fortalecimiento de la alianza familia–escuela, de la SED[3], casi una tercera parte (32,7%) de los jefes de hogar en Bogotá provienen de otros municipios. Ellos migraron principalmente de Cundinamarca (17,3%), Boyacá (13,8), Tolima (13,6%), Santander (7,4%), Antioquia (5%), Valle del Cauca (4,3%) y Meta (4%). Las personas de diferentes culturas tienen visones diferentes de sí mismos, de los demás y se relacionas de manera diferente[4].
Trabajo en equipo: un solo maestro de excelencia y hasta heroico no puede enfrentar y cambiar un contexto adverso a la educación y menos afectar un grupo de estudiantes, de manera estructural, un equipo de docentes sí lo puede hacer. Los docentes que se reúnen de manera permanente y trabajan en equipo, junto con los lideres escolares pueden definir con claridad qué apoyos específicos necesitan de los padres de familia; además, el colegio envía a los padres de familia un mensaje potente y unificado.
2. Para qué y por qué promover la participación de los padres de familia
Existe amplia evidencia que señala los beneficios que conlleva la participación de los padres de familia en el proceso educativo que realiza la escuela, por ejemplo, Topor y otros ([5]) señalan las siguientes ventajas:
— La participación de los padres en la educación de un estudiante influye positivamente en la naturaleza de la relación alumno-maestro.
— La participación de los padres y el rendimiento académico de los estudiantes se encuentran asociados de manera positiva y consistente con el desempeño académico, más allá de la inteligencia del niño, esta participación es más efectiva si empieza desde la educación inicial; el reto de implicar a los padres desde la educación inicial y en primaria es vital porque los éxitos académicos de los alumnos de primaria se mantienen en secundaría, en condiciones normales; está demostrado que en esta etapa de la vida (hijos en educación inicial y primaria) los padres participan más y están más dispuestos a colaborar con la escuela .
Se reconoce que las relaciones estimulantes y receptivas entre padres e hijos influyen en los resultados académicos de los estudiantes, según Topor y otros, no se sabe cuáles son los mecanismos específicos de la participación de los padres para ejercer su influencia en el rendimiento académico. Aceptemos que cada escuela tiene sus propias características, determinadas por el equipo de docentes, el contexto en el que vive la comunidad académica, las características de los padres y los estudiantes y, sobre todo, por las motivaciones que tengan los docentes para ayudar a formar e involucrar a las familias, de acuerdo con las necesidades del momento y el desarrollo curricular previsto.
Otras investigaciones demostraron que la escuela, al promover la formación y la participación de los padres de familia, puede contribuir al funcionamiento político y democrático de la sociedad, de manera especial la escuela ubicada en contextos de pobreza sociocultural y económica[6].
Recordemos que los espacios de participación con los padres de familia requieren de planeación, discusiones previas para definir: ¿cómo? ¿cuándo? y ¿para qué?, y sobre todo definir prioridades, tales como:
a. Promover y facilitar la asistencia de las familias o mentores para desarrollar la escuela de padres, encargada de orientar y formar a la familia, por ejemplo, algunos los padres de familia desconocen cómo motivar a sus hijos, o cómo apoyar a los estudiantes desde la casa para fortalecer el desarrollo de competencias comunicativas o el valor de las normas para la convivencia.
b. Acordar formas e instrumentos para gestionar las relaciones padres de familia-docentes que favorezcan el proceso educativo y las actividades de aula y fuera de ella;
c. Involucrar, en todo momento, a los padres en procesos de cambio o innovaciones;
d. Definir qué tipos de apoyo necesita el docente(s) de los padres de familia, en casa, en los primeros ciclos del desarrollo del niño, e incentivar responsabilidades en la adolescencia: tareas escolares, preparación de actividades deportivas o culturales a realizar en el colegio, preparación de proyectos especiales[7].
e. Insistir sobre el efecto que tiene en los estudiantes que ellos comprueben que existe una muy buena relación entre padres y docentes, que la familia apoya al docente y el cumplimiento de las normas y los acuerdos de convivencia, disciplina de más deberes, este punto es esencial para mantener y consolidar un clima escolar positivo[8] .
Por último, destaco que para el desarrollo de la política pública y la gestión educativa de Bogotá y de la localidad de San Cristóbal, la propuesta del liceo San José Oriental se puede convertir en una innovación educativa que propone un camino novedoso para trabajar con los padres de familia, en un territorio específico, donde interactúen en red varias instituciones escolares oficiales y privadas, con el propósito de apoyar y modificar una visión negativa sobre la escuela y el rol de la educación, en un contexto sociocultural y económico pobre y, en algunos casos, hasta hostil al proceso educativo, como lo señaló en el foro el rector del Colegio San José Oriental.
En este caso se actuará para formar e interactuar con los padres de familia para modificar el contexto social que rodea los colegios. Los directivos docentes y los docentes tienen claro que un solo colegio no puede impactar el contexto sociocultural y económico, al contrario, se necesitan acciones interinstitucionales con integralidad y coordinación: las redes de colegios pueden ser una oportunidad para afectar contextos negativos a la educación, mejorar la calidad de la educación y sobre todo el clima escolar.
Notas:
[1] Ver: https://www.dane.gov.co/index.php/estadisticas-por-tema/salud/calidad-de-vida-ecv/encuesta-nacional-de-calidad-de-vida-ecv-2021
[2] Cifuentes-Medina, José Heriberto; González-Pulido, José Weymar; González-Pulido, Alexandra. (2020). Efectos del liderazgo escolar en el aprendizaje, Revista Panorama, vol. 14, núm. 26, 2020
[3] Ver: https://repositoriosed.educacionbogota.edu.co/handle/001/753
[4] Markus, HR y Kitayama, S. (1991). La cultura y el yo: implicaciones para la cognición, la emoción y la motivación. Revisión psicológica, 98 (2), 224–253. https://doi.org/10.1037/0033-295X.98.2.224 https://psycnet.apa.org/record/1991-23978-001.
[5] Topor DR, Keane SP, Shelton TL, Calkins SD. Parent involvement and student academic performance: a multiple mediational analysis. J Prev Interv Community. 2010;38(3):183-97. doi: 10.1080/10852352.2010.486297. PMID: 20603757; PMCID: PMC3020099.
[6] Universidad de Alcalá (2004). la participación de los padres y madres de alumnos en el ámbito municipal y de los centros escolares. https://core.ac.uk/download/pdf/51396427.pdf
[7] Belmonte María Luísa, Bernárdez-Gómez Abraham, Querte Terezinha, Mehlecke Conzi (2020). la relación familia-escuela como escenario de colaboración en la comunidad educativa. Revista Valore. Vol. 5 (2020).
[8] Cohen, J., McCabe, EM, Michelli, NM y Pickeral, T. (2009). Clima escolar: investigación, política, práctica y formación docente. Registro de la universidad de maestros, 111 (1), 180–213.