“¡Qué tal esto! Los simios gobernando”, y luego al ser interpelada por una periodista independiente contesta con altivez “¡que educación puede tener un negro!, refiriéndose a Francia Márquez, gritaba con los ojos desorbitados, ciega de odio, una señora en la plaza de Bolívar durante la marcha uribista del día 26 de septiembre. Según la policía nacional más de 60 mil personas salieron a la calle a protestar contra muchas cosas pero a la vez contra nada, porque esas cosas en el fondo no tienen contenido y lejos de reivindicar necesidades sociales y luchar por derechos, fue una marcha sui generis pues sus motivaciones principales están basadas en mentiras repetidas durante 20 largos años y acumuladas durante siglos de colonialismo cultural que hoy son causa del odio en contra de Petro y de los sectores sociales que lo apoyaron camino a la presidencia.
Obviamente las mentiras se reencauchan y se adaptan a las necesidades del mentiroso, no lleva dos meses Petro en la presidencia y ya la oposición uribista le atribuye la responsabilidad de la profunda crisis económica que atraviesa el país.
Pero además de eso se opone férreamente a las medidas económicas, sociales y políticas que se presentan para poder salir del escenario difícil que dejó la nefasta presidencia de Duque, el país está quebrado, la corrupción permea todas las instituciones, el paramilitarismo se rearma, el hambre es una realidad para las dos terceras partes de los colombianos, la canasta familiar esta por las nubes, la crisis institucional es muy grave, es decir todo un caldo de cultivo para que las fake news replicadas por cadenas de whats app y los titulares tendenciosos de periódicos y noticieros de propiedad de empresarios de tendencia uribista, manipulen el inconformismo y el odio de ese gran sector social de origen conservador, analfabeta acostumbrado a la violencia y adulador de las fuerzas militares, que cabe recordar, en Colombia no son pocos.
Salvemos a Colombia, defendamos nuestra democracia, protejamos a nuestras familias, vamos contra la dictadura, el comunismo es muerte, si nos toca armarnos lo hacemos; Son algunas de las consignas que se escuché durante la marcha y es imposible no preguntarse ¿cuál democracia defienden? ¿qué significa democracia para este sector del pueblo colombiano? ¿acaso es una democracia en donde el ciudadano con aires de superioridad se puede armar para matar a ese otro que piensa diferente? ¿de qué nos van a salvar?
Luego, en el noticiero de la noche en horario prime, la voz de un periodista decía algo así como: “fue una marcha pacífica”, “esta vez no hubo vandalismo”, “ fue un ejemplo”, “ la marcha tuvo mas de 20 cuadras”, “a la gente la tienen que escuchar” es decir, parecía más una exaltación al acontecimiento, que un informe imparcial de los hechos, así simple, en pleno horario estelar en donde las familias colombianas se sientan a cenar, el noticiero legitimó la masacre de cientos de manifestantes durante el estallido social del 2021, al llamarlos “vándalos”.
Colombia esta polarizada en extremo, es cierto, sin sindicatos, movimientos populares, comités de paro ni organizaciones barriales, la derecha sacó a las calles a miles de personas, sin nada claro en la cabeza, llenos de conceptos errados, con la camándula en una mano y el fusil en sus palabras, fue una marcha “pacífica” porque el gobierno de Petro no les infiltró la movilización, ni utilizó el ESMAD, pero ¿ acaso hay algo pacífico en la amenaza de fortalecer los grupos paramilitares, la amenaza de levantarse en armas, la expresión mas primitiva de odio al diferente ejemplificada en el racismo, la xenofobia, el odio hacia los pobres, el desprecio hacia los feminismos y la mentira repetida incansablemente?.
Yo si estoy preocupado, el gobierno debe avanzar rápidamente, pero debe tener el apoyo de esos 11 millones de colombianos que queremos el cambio; la movilización, la expresión en redes sociales, la organización popular deben ser banderas irrenunciables, las calles no las podemos ceder al oscurantismo, no podemos seguir subestimando y tratando con desdén y burla a esos miles de colombianos que creen en el proyecto narcoparamilitar uribista, ellos no son una minoría, son una multitud diversa unida en torno al odio a Petro, la veneración a Uribe, el miedo al cambio y el culto a la violencia, tienen altavoces en el gobierno, en los medios de comunicación.
Son las diversas caras del fascismo que se reacomodan y aprovechan cualquier grieta, error o descuido para recuperar el gobierno, la de ayer fue la marcha del absurdo, pero si de algo somos conscientes los colombianos es que en nuestro país cualquier cosa puede pasar por absurda que parezca.
Pedirle resultados a un presidente que ni siquiera se ha acomodado en la silla, defender lo indefendible como lo han sido los nexos de algunos sectores de las fuerzas armadas con el paramilitarismo y el narcotráfico, arengar a favor de la familia pero hacerse el de la vista gorda con el hambre y la pobreza, defender la democracia pero exaltar la homofobia, el racismo, la xenofobia o no reconocer el triunfo de Petro en las elecciones son expresiones que denotan que las mentiras repetidas y toleradas se vuelven paradigmas contra los que se debe oponer la fuerza de la razón sin darle tregua alguna.