Villarrica, la guerra olvidada*
En 1954, siguiendo la línea internacional del momento (el anticomunismo), el general Rojas Pinilla declaró ilegales todas las actividades del Partido Comunista Colombiano (PCC). En Villarrica, Tolima, se resistieron a esta proscripción política del comunismo. Los delegados del PCC seguían actuando de manera clandestina o a través del Frente Democrático de Liberación Nacional. Fue entonces cuando se desató una guerra en esta región.
Guerra olvidada por la censura
En noviembre de 1954 el Ejército detuvo al Mayor Lister (dirigente comunista) y esto encendió la mecha. La autodefensa, organizada como guerrilla, comenzó a hostigar a los militares al punto de hacerlos retirar de Villarrica. En abril del año siguiente, el Gobierno declaró como zona de operaciones militares a ocho municipios de Sumapaz. La región quedó bajo toque de queda en las noches, había ley seca y para moverse se requería un salvoconducto.
El Ejército promovió en Cunday, Ambalema y Fusagasugá los llamados «centros de trabajo» que consistieron en «corrales al sol y al agua cercados de alambre de púas electrificados» (La Época). Las detenciones en estos centros de personas acusadas de ser comunistas eran constantes.
Dado que existía una férrea censura de prensa, esta guerra ha sido olvidada. La Comisión de la Verdad auspició una investigación de fotógrafos y periodistas que en un trabajo de arqueología informativa reconstruyó los hechos para hacerlos públicos a través de un ejemplar inédito llamado La Época. (Proyecto dirigido por el fotógrafo Stephen Ferry, Fundación Ojo Rojo, Fábrica Visual. Legado Comisión de la Verdad)
El bombardeo
El asedio a Villarrica, Tolima, se encontró con un esquema de defensa llamado La Cortina, de por lo menos 12 kilómetros de largo, con dos líneas de trincheras desde donde los campesinos armados esperaban al Ejército y protegían el tránsito de los civiles. Se comunicaban a través de un cuerno para que las familias se escondieran en cuevas y cambuches en el monte.
Ante la resistencia, el Ejército acudió al bombardeo. La segunda semana de junio de 1955 comenzó la guerra de Villarrica, la primera ofensiva del Ejército contra una población comunista y su autodefensa. Un testigo de los hechos lo relató así a la Comisión de la Verdad: «Esto se volvió el infierno. Aquí llegaban cualesquiera 15 avionetas a bombardear, aviones bimotores por todo lado, entonces echaron cinco meses, Rojas Pinilla con todo el poder que tenía, para subirse de Villarrica a La Colonia». (Entrevista 076-HV-00022. Hombre, colonización dirigida, Sumapaz).
Los testimonios de los sobrevivientes, cruzados con documentos, confirman que el Ejército lanzó por lo menos 50 bombas de Napalm (combustible) desde aviones norteamericanos. Según La Época, las bombas fueron fabricadas en Colombia con insumos conseguidos de manera extraoficial en Holanda, dado que Estados Unidos se negó a proveer el Napalm. En cambio, los siete aviones B-26 que cargaron las bombas sí fueron adquiridos en ese país. «La intensidad del bombardeo se centró en La Colonia, una vereda que para ambos bandos tenía un gran significado por su papel en la historia del movimiento agrario», dice el periódico.
Pedro, uno de los campesinos alzados en armas, describe lo ocurrido el 9 de junio de 1955: «había compañeros que lloraban y se arrodillaban y decían que era el día del juicio final al mirar que había 12 aviones bombardeando y ametrallando, bombas incendiarias. Donde caía una bomba entre el monte, se iba prendiendo el monte, casas, todo». (Aprile-Gniset, La crónica de Villarrica, 91)
La resistencia y el desplazamiento
En testimonio a La Época, Víctor Pulido, quien siendo niño combatió en Villarrica, dijo que los guerrilleros cometieron un grave error y fue obligar a la población civil a confinarse y resistir a pesar de que era evidente la desventaja del movimiento armado. Seis meses después las familias tuvieron que abandonar el territorio. Eran miles de personas entre el monte, huyendo de la guerra en búsqueda de un pedazo de tierra donde asentarse y mantener el movimiento agrario comunista. «En esa derrota un hermanito mío murió por ahí, de hambre y de frío, dice mi mamá, porque no había qué comer y las avionetas rodando. Dizque cogían los rejos de las sobrecargas, las asaban tantico y le daban uno, porque el hambre era tremenda». (Entrevista 076-CO-00120. Hombre, Procesos de Violencia, Sumapaz)
Las acciones de intervención militar impactaron a la población ante la combinación de estrategias ofensivas por tierra y aire, como los bombardeos, que generaron el desplazamiento forzado. Los guerrilleros que habían venido del sur del Tolima salieron con cientos de familias en «columnas de marcha», emulando la Gran Marcha de Mao Tse Tung, bajaron por el río Duda y desembocaron en El Pato y Guayabero, en los límites del Huila y Caquetá, donde finalmente se hizo la colonización (armada) de una amplia región que se extiende hasta los Llanos del Yarí. Según La Época se calcula que hubo cerca de cien mil desplazados por causa de lo sucedido en Villarica, pero la consecuencia más notoria es que la paz de Rojas Pinilla no se consolidó.
Otros episodios de represión
Villarrica no fue un episodio excepcional. El régimen tuvo otros hitos de represión, como el asesinato de 13 estudiantes universitarios el 8 y 9 de junio de 1954 en Bogotá por parte de soldados del Batallón Colombia, así como la masacre de la Siberia y Santo Domingo en 1956 en Chaparral, Tolima, que la Comisión de la Verdad ha podido reconstruir a partir de los testimonios de sobrevivientes y víctimas. (Entrevista 215-VI-00005 (Mujer, Campesina, Víctima)
Según versiones de los pobladores guerrilleros liberales, asesinaron a dos soldados y un cabo. Los testimonios dicen que el alcalde militar de Chaparral dio la orden de fusilar a cien personas en retaliación por la muerte de cada soldado. Los primeros ajusticiados fueron 18 campesinos que fueron enterrados en una fosa común. (Entrevista 132-VI-00006. Mujer, Campesina, Víctima)
*Tomado de: https://www.comisiondelaverdad.co/villarrica-la-guerra-olvidada