Llovía copiosamente, y él, totalmente empapado solo con una bandera de Colombia que le cubría el cuerpo, bailaba por el andén la danza de la victoria, no le importaba el frío, lloraba de alegría mientras los tambores de la batucada retumbaban en una perfecta armonía con cornetas y los pitos de los carros por cuyas ventanas, banderas de Colombia, del pacto histórico, pañuelos y hasta camisetas, ondeaban mientras que la gente rebozaba de alegría, fue como un grito de victoria después de una batalla épica de esas que se ven en las películas en donde el ejército de los hombres vence a las hordas de orcos y seres del mal.
Nunca antes la ciudadanía había celebrado la llegada de un presidente con tanto fervor, era como un grito represado en el tiempo, ese grito llegó el pasado domingo, la esperanza le ganó al miedo y Gustavo Petro gana la presidencia como el candidato más votado en la historia del país con 11.281.013 votos, pero además como el primer presidente de izquierda en 212 años de vida republicana y con la maravillosa compañía de Francia Márquez como la primer mujer afrodescendiente que llega a un cargo como la vicepresidencia. Aún mas importante, es la primera vez que la mayoría del pueblo colombiano decide elegir el camino de la reconciliación, del diálogo y de la racionalidad.
El escenario electoral colombiano siempre estuvo dominado por esa dualidad entre liberales y conservadores, luego vinieron 20 años de uribismo y las dirigencias partidistas abandonaron sus principios y cayeron de rodillas ante el paradigma neofascista y narcoparamilitar uribista, los partidos políticos se volvieron apenas franquicias para dar avales electorales y acceder a una migaja de poder o a una tajada bien grande, dependía de lo que se estaba dispuesto a hacer en materia de corrupción o de conseguirle votos al dictadorzuelo del Ubérrimo. Utilizando la bandera de la lucha contra el terrorismo castrochavista y la guerrilla comunista volvieron el país un charco de sangre con miles de desaparecidos, jóvenes mutilados, líderes asesinados, sindicalistas, soldados, policías, cualquiera que tuviese un papel en una guerra fratricida sin cuartel que alimenta una maquina de muerte y despojo de la cual se benefician esos de apellidos prominentes y de cargos rimbombantes.
El pais durante el gobierno Santos le había dicho en las urnas NO a la paz, le dijo NO a la consulta anticorrupción, luego eligió a Duque y las consecuencias se vivieron intensamente durante 4 años con pandemia incluida, podríamos profundizar en las cifras de la Colombia de Duque, pero déjenme celebrar, Petro y Francia llegaron a la presidencia. No fue fácil, la campaña fue muy sucia, el ataque de todo el establecimiento, miles de millones de pesos, invertidos en las campañas de Federico y Rodolfo, pero también en la campaña de desprestigio contra Petro, incluida la estrategia de infiltrarla con grabaciones ilegales por parte de la revista Semana, propiedad de la poderosa familia Gilinski, y a una semana de las elecciones empezar a publicar los “petrovideos” con el ánimo de ensuciar aún más al líder de izquierda, después de acusarlo de recibir apoyo de Rusia, de Venezuela, de acusarlo de querer expropiar, de querer destruir al país, de ser mentiroso, de ser… etc., etc., tan así que para algunos grupos fundamentalistas cristianos parecería ser la propia representación del anticristo, pero el slogan “cualquiera menos Petro” les salió caro.
Ese “cualquiera” resultó ser Rodolfo Hernández, un empresario y exalcalde bumangués, controvertido, cuya campaña mediática fue sustentada en videos de tik tok y apariciones esporádicas en medios televisivos solo para dejar ver una visión de la sociedad misógina, irracional, tosca, atravesada por la falsedad de un marketing que buscaba presentar la imagen de un “viejito light” cercano a los problemas de la gente, pero que no pudo ocultar la barbaridad de un hombre acostumbrado a enriquecerse a costa de no respetar la ley y aprovecharse de “esos hombrecitos” que pagan una casa a 20 años ,“¡ que delicia !” decía lascivamente el candidato, la misma con la que en un video de octubre del 2021, se contoneaba restregando su hombría a una jovencita varias décadas menor que él durante una fiesta privada con empresarios de Pfizer, en un Yate en las costas de Miami, al tiempo salían declaraciones en donde se atrevía a decir que se “limpiaba el culo con la ley” y que “las mujeres en el gobierno no gustan”.
Lo preocupante de todo esto es que esa “propuesta” de país obtuvo diez millones y medio de votos, 700 mil menos que los votos con los que Petro ganó la presidencia. Eso si es preocupante, pues quedó plasmada en las urnas la división del país en dos Colombias, la que le dijo no a la paz y aún responde al embrujo de la seudocultura traqueta y mafiosa fortalecida con el cartel de Medellín y el periodo uribista y la otra Colombia, la de los “nadies” esos ninguneados que quieren un cambio real, en comparación el mapa electoral del plebiscito por la paz y el de los resultados de estas elecciones no han cambiado mucho, las regiones que han sufrido la exclusión histórica y Bogotá eligieron a Petro y en su momento le apostaron a la paz.
Pero continuemos, estas elecciones sacaron pasiones y lágrimas, no creo que en los 11 millones de votos del pacto exista alguno comprado, son votos limpios, votos de la esperanza y en ese sentido no podemos dejar de lado que muchos hicieron campaña sin el interés de recibir un centavo a cambio, en las esquinas, en las calles, en los parques, en los buses, en las redes sociales, ese activismo político unido a la esperanza de esos miles de colombianos excluidos que ese día atravesaron el río en chalupa, llegaron a pie tras horas de camino para votar, lograron lo que para muchos era imposible, obtener casi 3 millones de votos que se necesitaban para ganar, eso de verdad llena de esperanza y de aire la camisa; la gente votó recordando a víctimas del terrorismo de Estado como Lucas Villa, Dylan, Nicolás Neira, Don Raúl padre de un suboficial del ejército que fue asesinado por negarse a participar en los falsos positivos, y también a esos 6402 jóvenes y sus madres que claman justicia, votó por esas víctimas de la brutalidad policial, la victoria de Petro es redención y memoria para aquellos que cayeron bajo el fuego asesino de la intolerancia social y la profunda corrupción política.
Los grandes derrotados fueron por un lado el centro y su voto en blanco, tiene hasta una postal: Sergio Fajardo mostrando su voto mientras es abucheado por otros votantes, ¿quién dijo que polarizar es malo?, y por el otro la vieja clase política y sus depravados medios de comunicación con ese ramillete de periodistas a sus servicio, su cinismo traspasó los limites de la ética y quedó al desnudo su total alineación con el establecimiento, tendrán que repensarse porque toda Colombia observó el total descaro al servirle de plataforma de campaña al candidato apoyado por el uribismo y tratar de manipular la información, pero los medios alternativos y las redes fueron contrapeso, había que tomar posición, el futuro de 50 millones de personas está en juego y eso lo entendieron muchos colombianos, las cifras de abstención bajaron significativamente como también las de voto en blanco.
Por último, déjenme decirles que mis lágrimas también se confundieron con la lluvia y abracé muy fuerte a mi hijo mayor que por primera vez me acompañó a la plaza de Bolívar, en donde miles gritaban de alegría, este triunfo también fue de ellos, de los hijos nuestros, durante toda mi vida la desesperanza me inundó, pero hoy son lágrimas de esperanza, habrán algunos pesimistas que desde ya empezarán con sus análisis fríos y calculadores, haciendo apuestas, yo eso lo haré en unos días, pero serán apuestas por la vida y la paz, ¡hoy no me jodan!, le ganamos las elecciones por primera vez en la historia a los de siempre y este momento es SABROSO.