El Informe Final de la CEV
El próximo 28 de junio, la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No repetición (CEV) entregará su informe final a la sociedad colombiana. Posteriormente habrán dos meses de socialización, lo que implica una campaña pedagógica de difusión y apropiación de dicho documento. Durante más de 3 años, los 11 comisionados de la CEV estuvieron recopilando testimonios individuales, informes de organizaciones sociales y experiencias colectivas en todo el territorio nacional, incluyendo el macroterritorio internacional dónde se ubican las victimas del exilio. El Informe Final de la CEV será un relato incluyente y polifónico acerca de lo que sucedió en el Conflicto Armado colombiano en el periodo de 1958-2016.
La CEV surge con el Acuerdo de Paz de La Habana firmado en el 2016 entre el Estado colombiano y la otrora guerrilla de las FARC-EP, como una de las tres instancias del Sistema de Justicia Transicional, junto con la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) y la Unidad de Búsqueda a Personas Desaparecidas (UBPD). Según el portal web de la CEV, su misión es esclarecer «los patrones y causas explicativas del conflicto armado interno que satisfaga el derecho de las víctimas y de la sociedad a la verdad, promueva el reconocimiento de lo sucedido, la convivencia en los territorios y contribuya a sentar las bases para la no repetición, mediante un proceso de participación amplio y plural para la construcción de una paz estable y duradera”.
Para tal fin, se trazaron tres objetivos: Contribuir a esclarecer lo que ocurió en el conflicto con el fin de propiciar un entendimiento amplio por parte de la sociedad; promover el reconocimiento de las victimas, lo que implica la aceptación de responsabilidades por parte de los distintos actores del conflicto. Finalmente, la CEV busca ofrecer mecanismos de convivencia en los territorios que pueda gestionar el conflicto y el antagonismo como elementos vivos de la democracia, más allá de la simple coexistencia pacífica.
Para su informe la CEV recopiló más de 27mil relatos de todos los actores del conflcito, aunque en su mayoría de las víctimas del conflicto. También recibió casi 1.100 informes de organizaciones de la sociedad civil, mayoritariamente de víctimas. Este Informe es inédito en las comisiones de la verdad implementadas en otros conflictos. Su profundidad, amplitud, heterogeneidad y, sobre todo, el estar construyendo una narrativa que esclarezca la verdad del conflicto en medio del conflicto mismo, hacen de la CEV un hito, tanto para la justicia transicional, como para la configuración de la memoria histórica para el país.
El Informe tendrá 10 capítulos: narrativa Histórica; violaciones a los Derechos Humanos y al Derecho Internacional Humanitario; mujeres y población LGBTQ+; étnico; niños, niñas, y adolescentes; exilio; testimonial; territorial; impactos y resistencias; y síntesis, hallazgos y recomendaciones para la no repetición.
Algunas de las novedades del Informe es caracterizar los que llaman «los factores de persistencia», es decir, aquellos aspectos que han impedido la superación del conflcito. De otra parte, esta es la primera comisión de la verdad en el mundo que abordará la situación de personas LGBTIQ+.Otra novedad es el capitulo del exilio, ya que la diáspora colombiana es una consecuencia directa de la violencia política. El capítulo «territorial» hará visibles mas marcas diferenciales del conflicto en cada territorio, pues la violencia no se desarrolló de igual forma ni con la misma intensidad en todo el país. Por último, la CEV no pretende ser un texto clausurado y monolítico, sino un espacio de diálogo y convergencia sobre la verdad histórica, por lo que no habla de conclusiones sino de hallazgos y recomendaciones.
La verdad histórica
El 24 de abril del 2018, en el colegio de abogados de Barcelona, el sociólogo Alfredo Molano (1944-2019) compartió su opinión sobre la CEV. Allí afirmó que “la Comisión no va a proporcionar una(s) verdad(es) de tipo judicial, sino social e histórico” (p. 11). Esta declaración da luces sobre el significado que tiene la verdad para la Comisión. Al separarse de la pretensión señaladora y acusadora, la comisión reafirma su apuesta por la creación de un consenso (social) en la construcción de la verdad histórica. Para Molano, esto es posible siempre y cuando se reconozca la multiplicidad de los relatos de verdad o, como dijo aquella tarde, la “constelación de verdades”. De tal forma, la verdad es comprendida como una polifonía enunciativa compuesta por distintos tonos, melodías, perspectivas y recuerdos, cuya autenticidad se fundamenta en los testimonios de quienes han vivido, sufrido, encarnado y superado la guerra en Colombia.
La verdad histórica es una construcción social, un relato de la memoria colectiva compuesto por fragmentos y recuerdos que omiten y proscriben, al tiempo que aceptan y sedimentan determinados enunciados aceptados como verdaderos. La verdad histórica no mira al pasado para interrogarlo ni para someterlo hasta llegar a conclusiones irrefutables. Tampoco le interesa hacer una lista de hechos que se aceptan como verdaderos.
La verdad histórica busca escuchar el pasado para comprenderlo. Su interés gira en torno a desentrañar sus redes de sentido y las fuerzas que lo movilizaron hacia tal o cual dirección. La verdad histórica en sociedades atravesadas por la violencia se aleja de la búsqueda de culpables para acercarse a la garantía de la No repetición. Metodológicamente se trataría de escuchar el pasado para entenderlo y poder cartografiar sus efectos más sensibles, traumáticos y dolorosos. Como una catarsis colectiva, la verdad histórica le permitirá a la sociedad extraer de sus silencios históricos todo aquello que la ha configurado pero que no había podido ser expresado. Tal vez por esto, un expresidente de la CIDH hace varios años definió la verdad histórica como la busqueda de «los hechos detrás de los hechos» (p.333)
La Comisión de la verdad, atenta a la complejidad de conflicto es sensata al reconocer que la verdad histórica, para que alivie los estragos del dolor, debe ser aceptada, compartida y reconocida. No es una verdad ontologizada que esté ahí esperando a ser descubierta o develada, sino que se elabora, se teje y se ensambla por las comunidades, a través de los testomonios, los recuerdos y las experiencias. Por eso el testimonio -narración de un testigo- es un relato que está lleno de memoria y pasado, pero tambien de presente y deseo. El fotógrafo Jesus Abad Colorado ha insisitido en varias ocasiones que su exposición El Testigo tiene el propósito de generar reflexión y no sed de venganza. De otra parte, la composición polifónica de la verdad histórica permite inferir que también está habitada por múltiples rostros y miradas que, a su vez, son rastros de prácticas políticas para el por-venir.
Algunos de los rostros de la verdad histórica que habitarán el Informe Final de la CEV pueden ser los siguientes:
- El rostro de una verdad inscrita en la experiencia, en los cuerpos y en las memorias. Es, por tanto, una verdad arraigada en subjetividades que se proyectan en el lenguaje. No es extraño decir que la verdad deja huellas, marcas y cicatrices en el cuerpo; a veces más y otras menos visibles. Y el cuerpo es un texto que habla.
- Una verdad cuyo rostro mira detenidamente a los acontecimiento que sucedieron y ocupan un lugar en la historia colectiva. Es una verdad objetiva, fáctica, imborrable y, digámoslo sin censura, desgarradora. Una verdad al servicio de las víctimas; las que se desvanecieron y las que persisten en aparecer; una verdad para las víctimas vivas que exigen el derecho a saber que pasó y por qué pasó. José, el protagonista de la película colombiana Tantas almas busca los cuerpos de sus hijos, luego de que un grupo armado se los llevara. El sabe que los hallará muertos, pero necesita ver, tocar y enterrar sus cuerpos.
- El rostro de una verdad que escucha la multiplicidad de narraciones y sufrimientos. Es el rostro de la hospitalidad y la solidaridad. Ya lo dijo Alfredo Molano: “el camino para comprender no es estudiar a la gente, sino escucharla”.
- Una verdad con un rostro que mira hacia el futuro. Es el rostro de la imaginación lo que nos permitrá conjurar la barbarie. Una verdad que toma impulso para proponer ficciones del porvenir para, recordando a José Carlos Mariategui, delinear relatos colectivos cargados de imaginación política y utopías emancipadoras.