Querido Lector*:
No pretendo escribir un artículo de investigación o una reseña académica sobre el tema de los imaginarios colectivos y convertir este texto en una cadena de referencias a
Castoriadis o Randazzo. Mi intención es mostrar de manera sencilla, clara, directa y alejado del exasperante argot académico, la existencia de un discurso colectivo en contra de los maestros colombianos dirigido por exponentes de cierto partido político de derecha. Esta agrupación política crea, desde su narrativa, un peligroso imaginario sobre los educadores, sus presuntos privilegios y opulentos derechos.
Ahora bien, más allá de hacer una relación descriptiva a ciertos políticos, la cuestión es preguntarnos cuanto rédito electoral pueden ganar convirtiendo a los educadores en sujetos que son un peligro para la sociedad y como dichos relatos entran a impactar de manera central en la mirada y percepción que tiene el ciudadano sobre el magisterio.
Hemos escuchado frases de la Representante a la Cámara y miembro del centro democrático Margarita Restrepo, que sin rubor alguno expresa: «o acabamos con Fecode, o Fecode acaba con la educación en Colombia«, o lo manifestado por el político del partido Conservador Juan Carlos Echeverry, afirmando que Fecode toma el derecho a adoctrinar políticamente a los estudiantes. Incluso desde el centro democrático, personas como Alirio Barrera, exgobernador de Casanare y actualmente aspirante al congreso de la república, en un foro realizado en la ciudad de Santa Marta expresó de manera directa: Fecode está “para destruir al país […] Una entidad que el país la conoce, porque la primera corrupción está ahí, personas que tienen entre tres y cuatro pensiones, ganan más que el Presidente de la República, ganan más de 25 millones al mes”.
Y cuando uno cree que estas y muchas locuciones y comentarios se le pueden achacar a la “ experticia “ de políticos anclados en el poder, emerge una perla final; el joven político Sergio Rodríguez expresó de manera publica que «a los profesores hay que acabarlos, que con Fecode no se negocia«. Este joven, que a lo máximo tendrá 27 años también es candidato a las legislativas por el centro democrático. Cuando uno cree que los jóvenes son la fuerza motriz del cambio social, ejemplos como los de Sergio te dejan en estupor.
Ahora bien, entremos a analizar este problema en cuestión: quiero pensar en dos posibles rutas para poder comprender este emergente, más aun en plena campaña electoral colombiana. Por un lado, está el lograr conseguir votos entre los sectores más vulnerables de nuestra sociedad mostrando a los profesores como unos jerarcas llenos de privilegios y que viven cual vampiros de la sangre y sudor del pueblo; como lo expresó Alirio Barrrera, que por la labor docente se gana mas dinero que el mismo presidente de la república solo pretende azuzar a los sectores mas vulnerables contra los docentes, pero también crear el imaginario colectivo del privilegio.
Quieren mostrar a los educadores como una clase déspota que solo piensa en su beneficio y no en la totalidad de la sociedad, un gremio que en su egoísmo poco le importan los niños y piensa solo en sus derechos. Creo que no hay narrativa mas peligrosa que convertir a los maestros en los malos del paseo, sobre todo en un país donde el asesinato y la muerte a lideres sociales y sindicales está a la orden del día.
El otro sendero es la categoría repetitiva de “adoctrinar”. Si en algo se destaca el centro democrático es en manifestar que los educadores enajenan esas mentes jóvenes y que son un peligro en las aulas. En este caso hablare desde el yo: soy profesor en Ciencias Sociales egresado de la UPTC y tengo esta cátedra en el colegio donde laboro, es inverosímil que no desarrolle temas, competencias, apuntes o como lo quieran llamar, sobre aspectos claves de la historia de Colombia, por ejemplo, sobre la masacre de las bananeras, el bogotazo, el frente nacional , la lucha bipartidista, el problema del latifundio, los indicadores de pobreza , etc.
Estos temas, por decirlo así, están consignados en los mismos Derechos Básicos de Aprendizaje (DBA) que el Ministerio de Educación plantea y nada tiene que ver Fecode en ese aspecto. Es el estado el que brinda orientaciones sobre lo que se debe y puede desarrollar en mi área. Me pregunto entonces ¿Cómo el centro democrático puede afirmar que nosotros adoctrinamos cuando es el ministerio el que expone los elementos a enseñar?
Lo que no gusta a los políticos del centro democrático es que los profesores enseñemos a pensar de forma critica ante el orden dominante, eso les genera tensión y malestar como bien lo afirma mi maestra, la reconocida educadora latinoamericana Estela Quintar, que sabiamente muestra como la divergencia es aborrecida por aquellos que tienen y detentan el poder.
Por eso es comprensible que exista un muro de resistencia ante los vientos de cambio que empiezan a soplar en Colombia, que tengan miedo de empezar a observar cómo avanzan nuevas propuestas que piden reformas estructurales a temas tan críticos como la corrupción, la que considero que es el cáncer más grande que padecemos en 200 años de vida republicana. Ahora bien, por otro lado no quiero decir que los educadores sean la panacea del Olimpo, existen fallos en algunos procesos, la autocrítica es necesaria y en algunas ocasiones no es bien acogida en algunos sectores sindicales.
Hay aspecto donde los docentes podemos llegar a fallar, no obstante lo incomodo de esta situación es que en un análisis profundo el problema se escapa muchas veces del mismo educador aunque se le quiera lanzar la culpa a el.
Por ejemplo, aducen los políticos de partidos que referencié en reglones anteriores, que
los resultados de las pruebas saber (ICFES) son muy bajas en comparación al sector privado y esto es culpa del educador. Sin embargo, la razón estructural no se ve, y es
la poca inversión del estado en el sector educativo. Colegios que se caen a pedazos, escuelas a las cuales no se les nombra un educador, poca posibilidad de que los educadores se cualifiquen por medio de becas estatales y bajos salarios.
Por ejemplo, un PhD en el magisterio no gana más de 6 u 8 millones, lo cual en términos de tiempo, esfuerzo e inversión es una retribución muy baja, mas aun cuando en otras entidades del estado un abogado o administrador sin posgrado o con alguna especialización supera con creces el valor salarial del educador.
Si bien hay criticas validas a algunos procesos de los educadores, estas no pueden convertirse en la única doctrina hegemónica que pretenda desconocer las luchas y esfuerzo de los docentes, siendo la prueba de ello la respuesta ante el Covid-19, donde casi el 100% de los profesionales de la educación diversificamos nuestras habilidades, metodologías y recursos para brindar educación virtual de calidad a nuestros estudiantes. Y mucho de esto sin ayuda directa del estado.
A manera de colofón los maestros estamos llamados a seguir generando con nuestro trabajo procesos de pensamiento críticos, amplios, abiertos, democráticos y pluralistas.
Desde las aulas debemos desmontar esas narrativas e imaginarios que quieren vender miedo y que además, como lo expresé anteriormente, solo buscan debilitar la labor
magisterial y sindical de los educadores.
Las luchas de los profesores por un sistema educativo de avanzada científica debe seguir siendo nuestra bandera, la reivindicación de los derechos de nuestros niños, niñas y adolescentes nuestro sendero infranqueable, el llamado a los maestros es: ante la horda galopante que pretende arrancarnos más de 50 años de conquistas de nuestro sindicato y con el sudor y la sangre de nuestros lideres y colegas, es necesario revindicar nuestra eterna consigna para que nunca se olvide: Maestros unidos jamás serán vencidos.
*Las opiniones expresadas en este documento son de tipo personal y no comprometen las instituciones donde laboro.