Actualmente vivimos el tránsito de la fantasía a la discriminación en las redes sociales. El culto al cuerpo, la apariencia por encima de todo, las curvas voluptuosas; pechos y traseros perfectos, rostros sensuales; mujeres y hombres que cumplen con nuestros cánones de belleza y que están a nuestro alcance …¿Te suena? Es lo que veo todos los días, cada vez que abro Tik Tok , Instagram y Twitter.
Y ya sé que este fenómeno no es nuevo, pero hoy, gracias a las redes está a tú alcance y al mío. Nos vuelve deseables, erotizando cualquier gesto, canción, baile o contenido; replicando estereotipos y prácticas, un consumo que se vuelve adictivo.
En Colombia, las redes sociales son utilizadas por 39 millones de personas, según el último estudio realizado por Reporte Digital 2021. El grupo etario que más tendencia tiene a pasar tiempo en ellas es el que se encuentra entre los 18 y los 34 años, de los cuales, el 53. 2% de los usuarios son mujeres y el 46.8% son hombres.
La gran mayoría de los consumidores de estas redes pasan más de cuatro horas al día hechizados por la imagen, fantaseando con el otro detrás de la pantalla o esperando reacciones a sus contenidos con likes, emoticones o comentarios. Viven una relación cotidiana, extasiados y maravillados por esas imágenes tras la pantalla, reduciendo la identidad personal.
Es claro que nos encontramos en una sociedad en la que los atributos sexuales de la persona se resaltan por encima de cualquier otro, promoviendo la idea de que el autoestima, el amor y el deseo se limitan a la apariencia. Y la principal víctima de esto es la mujer; pues se estima que una de cada 10 mujeres ha recibido mensajes morbosos y ha sido víctima de alguna forma de ciber-acoso. Preocupa como este hombre enajenado quiere y pide ver más, desea esos atributos, ese estereotipo de belleza concentrado en el cuerpo, en la apariencia física y exacerbando la obsesión por la imagen.
Y en este círculo vicioso, muchas mujeres caen buscando generar impacto, autoafirmándose y reproduciendo estos estereotipos con sus gestos, vestimenta, e imagen, y así, seguir alimentando esas fantasías. Esta hipersexualización es un mecanismo para lograr la aceptación en esta sociedad en la que el consumo ha banalizado la vida.
Este peligroso juego, en el que reproducimos inconscientemente este sistema capitalista y patriarcal ha moldeado nuestros deseos, nuestros gustos, nuestros sueños; nuestra idea del amor, de belleza y sexualidad para perpetuar los estereotipos de género.
De esta forma, en nuestra vida cotidiana quedamos atrapados en la horrible trampa de replicar la cosificación sexual. Preocupa que las redes sociales sean la nueva herramienta de control ligado al machismo. Parafraseando a Chomsky: “las redes nos dan acceso instantáneo a todo tipo de ideas, opiniones, perspectivas, información. ¿Eso ha ampliado nuestras perspectivas o las ha hecho más estrechas?».
¿Qué hacer? Hoy de nuevo la educación tiene retos muy importantes, como, por ejemplo, hablar de una sociedad hipersexualizada sin hacerlo desde la mojigatería. Se debe ser claro en todo lo que implica la sexualidad en nuestras vidas.
La sexualización, por el contrario, consiste en el enfoque instrumental de la persona mediante la percepción de la misma como objeto sexual al margen de su dignidad y sus aspectos personales. Por eso, nuestro papel como formadores debe permitirnos develar como esta práctica aumenta las conductas agresivas hacia las mujeres, degrada nuestro papel en la sociedad y refuerza las actitudes y opiniones sexistas que derivan en discriminación y acoso sexual.
De ahí la importancia de analizar las percepciones y estereotipos de belleza que terminan afectando la autoestima, la personalidad y la insatisfacción, principalmente, de las más jóvenes. Podemos hacer uso positivo de estas redes sociales como herramientas que nos permitan difundir otras ideas, otras percepciones y realidades y así poner en cuestionamiento el yo y este orden imperante que nos hegemoniza.
REFERENCIAS:
Segato, Rita. «La economía del deseo en el espacio virtual: hablando sobre religión en internet». En: Las estructuras elementales de la violencia. Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmes, Prometeo 3010, 2003.
Informe de Referencia de Inteligencia Digital 2021: COLOMBIA. Recuperado en https://datareportal.com/reports/digital-2021-colombia
Una sociedad hipersexualida, otra forma de llevarse los pensamientos y los haceres, ocupar la mente en la preocupación de la apariencia, y vivir alquilando la vida por la imagen, es ahora, otra trampa para las mujeres y hombres, especialmente jóvenes, donde se les está convirtiendo la vida solo en la preocupación de cómo me veo?, cómo me ven?, Trivialidad el pan de cada día.
Hola Libia. Muchas gracias por tu comentario. Como tu lo dices, la juventud es el grupo social con mayor alfabetización digital y apropiación tecnológica, pero, a la vez, los mas encerrados en la obsesión de la imagen. Y no hablamos de la imagen benjaminiana que busca el aura de la libertad, sino una imagen inocua y vacía que muestra la apariencia de lo efímero y superficial. Para La Hojarasca sería un gusto contar con una columna tuya. Te invitamos a participar como columnista. revisa aquí nuestra línea editorial y condiciones de publicación. Saludos https://www.lahojarasca.co/2021/10/01/envia-tu-texto-a-la-hojarasca/