Quizás uno de los pintores más desconocidos en el mundo hispano y a nivel mundial, sea Baldomero Romero Ressendi. La construcción de sus obras muestra la España oculta de la mitad del siglo XX, aquella de las sombras, donde el realismo de su sociedad es tan brutal que muchos se negaban a ver lo que era evidente: pobreza, angustia, olvido y desolación.
De toda su obra, en lo personal nos gusta el locutorio de San Bernardo. A diferencia de muchos pintores de su época que entraban a retratar la locura como un estado de la mente y desde allí reflejan esa visión en sus cuadros, Ressendi, por el contrario, la resignifica desde el “alma” del llamado loco, es decir que en su concepción se enferma el espíritu: desde el “ser”.
Pero el “ser” de Ressendi no se interpreta como “el sujeto”, al contrario, ese ser no es más que la misma sociedad donde él vive y desarrolla su obra, de donde se nutre su estética y hace su denuncia. Aquí háblese de denuncia no como el acto político pensado con el fin en sí, la denuncia en este caso es lo cotidiano, lo vivido. Lo que hace el pintor es poner, al estilo de Spinoza, anteojos a aquellos que aunque pueden ver no lo desean hacer[1].
Parafraseando a Bruner, el trabajo de Ressendi es descanonizar al canon, romper el discurso, pero no con la (clara) intención política, sino con la misma muestra de la existencia de su obra, en palabras quizás más coloquiales desde una perspectiva simplificadora pero no simple: del arte por el arte.
Ahora bien, en este punto el lector puede preguntarse por lo novedoso de la obra del pintor referenciado, si en denuncia social por ejemplo existen varios ejemplos que se repiten en la historia del arte, entre ellos los fusilamientos de Goya del 3 de mayo o El Guernica de Picasso.
¿Qué hace entonces a Ressendi especial?, ¿Qué lo convierte en un pintor maravillosamente desconocido, pero atroz y bellamente salvaje con sus obras?, lo primero sin lugar a dudas es lo que nosotros llamamos su intención del NO, es decir, el no querer hacer la crítica social.
Esto lo diferencia de manera sustancial de los dos pintores españoles anteriormente referenciados, porque en ellos SI existe la intención de manera clara, hay un propósito en su obra, una línea argumental definida y nítida en el propósito de cada detalle del cuadro, lo que en Ressendi no ocurre, el solo pinta lo que ve, es así de sencillo, el pinta de forma libre, sin ataduras ni conservadurismos sociales, sin colocarse la “gorra” de intelectual, lo que bien define Quintar ( 2018) cuando habla de pensadores incomodos, libres del orden dominante, aquí el arte es la letra y los cuadros sus libros, y como bien lo repite Quintar: “pensar es peligroso para el orden dominante”, y yo agregaría que ser libre incluso de una manera determinada de pensar es más que peligroso es Herético. Y la herejía no se puede perdonar, se debe silenciar a como de lugar.
Por otro lado, no podemos afirmar que Ressendi sea un pensador critico o que influya de manera frontal de un pensamiento crítico, porque su intención (vida y obra) no lo muestra de esta manera. Ressendi como el cuadro del locutorio, termina convirtiéndose en un loco social ya que no acepta el “status quo” que la sociedad de su momento le impone. Su actuar atenta contra el orden natural y su juego de símbolos resulta repúgnate para el espectador burgués, luego toda su obra es peligrosa.
Ahora bien, por ejemplo, en un contexto de la alta edad media, el pintor seguramente hubiera terminado en el cepo o la hoguera por el generalizado cargo de adorador de satanás, pero como ya no podemos “calcinar” los cuerpos en este mal llamado siglo moderno, una nueva inquisición busca quemar las ideas, porque los herejes siguen existiendo.
Este neo-tribunal del santo oficio como lo llamaremos en este documento, tiene como espada de decapitación las muy famosas redes sociales y, como verdugos, los peligrosos intelectuales de YouTube, Facebook e Instagram, un ejército de influencer algunos incluso con doctorados que, desde las trincheras de sus casas, fortalecen el pensamiento único bajo la máscara de un pensamiento crítico.
En palabras de Zemelman (2005) su desfase y desajuste de la realidad social es tan profundo que se empiezan a perseguir iconos en vez de los constructos sociales que los crean.
Nos afrontamos, en palabras de Laval (2015), a una sociedad mecanizada que adora la forma y desdeña el fondo, aquella que levanta voces de protestas por una serie televisiva, pero se silencia desde lo institucional cuando se muestran cifras de feminicidios y violencia contra la mujer, aquella que no soporta ver la pobreza en la galería de las bellas artes pero si en el banquete del millón, muestra más vulgar y snob que pueda existir.
El peligro de ser herejes o que nos cataloguen de serlo ya no es que nos silencien, lo inquietante es que pasemos de ser herejes y brujas a inquisidores; más aun sin darnos cuenta que lo somos y terminemos levantando el dedo para juzgar a personas que como Baldomero Romero Ressendi, desde el simple acto de crear en autonomía, nos invitan al banquete dionisiaco de la negación de la ética kantiana y la apertura de la vida. El verdadero zumo de la fruta prohibida es la libertad de pensar libremente.
[1] Aludiendo al oficio del filósofo holandés de origen judío Baruch Spinoza (1632-1677) se ganaba la vida puliendo lentes destinados a la fabricación de instrumentos ópticos.
REFERENCIAS
Laval C. (2015). Antropología del Sujeto Neoliberal, Archivos Libertad de Pluma , http://lalibertaddepluma.org/christian-laval-antropologia/
Quintar, E.(2018). Crítica teórica, crítica histórica: las paradojas del decir y del pensar. Archivos de Ciencias de la Educación, 12 (13), e040. https://doi.org/10.24215/23468866e040
Zemelman, H. (2005) , Pensar Teórico y Pensar Epistémico, México: IPECAL
Autores:
Edwin Tovar Briñez: Profesor Catedrático Ingeniería Industrial, UPTC, Licenciado en Ciencias Sociales, UPTC, Magister en Administración y Planificación Educativa, UMECIT-Panamá
Katherine Tovar Briñez: Profesora de la Institución de Promoción Agropecuaria (IPA), Tame -Arauca, Licenciada en Ciencias Sociales, UPTC, Magister en Educación, UNAP-Chile