La facción más rancia de la clase política colombiana, la que defiende la guerra como estrategia de gobierno, la que busca el poder a través del miedo y la que defiende la privatización del patrimonio público, ha decidido matonear al magisterio colombiano y a la Federación Colombiana de Trabajadores y Trabajadoras de la Educación (FECODE). Su egoísmo y cinismo le impide reconocer el fracaso de sus políticas de gobierno para, en cambio, acusar, estigmatizar y ofender sin ningún reparo al magisterio colombiano.
Hablo, por supuesto, de la camarilla del Centro Democrático encabezada por Álvaro Uribe Vélez y secundado por Paloma Valencia y María Fernanda Cabal, además de figuras de la oligarquía nacional como Germán Vargas Lleras. Todos ellos, sin excepción, se han dedicado a engañar a la sociedad colombiana con el cuento del adoctrinamiento para justificar su anhelo de privatizar la educación y seguir imponiendo la desigualdad y la violencia como políticas de gobierno. Pero se han encontrado con un magisterio digno y valiente que ha impedido avanzar en la mercantilización del derecho fundamental a la educación.
A ellos se ha sumado Enrique Peñalosa, el vendedor de buses, el alcalde que prefirió poner buses en vez de construir un metro, el político que mintió sobre los títulos académicos y tuvo que admitir públicamente que no posee maestría ni doctorado, tal como constaba en su hoja de vida. Este sujeto que ahora vende humo y pretende ser presidente de Colombia, integra el grupo de matoneadores contra el magisterio colombiano. Ahora, su caballito de batalla es que los problemas del país son culpa del sindicato y de los profesores de Ciencias Sociales que, según él, “llevan décadas adoctrinando a los niños”. Bajeza, cinismo y nula capacidad como estadista son las características de Peñalosa.
Como licenciado en Ciencias Sociales debo alzar mi voz de protesta ante estas declaraciones contra el magisterio colombiano que ponen en peligro a todos los profesores y profesoras de Colombia. Hago un llamado a los y las docentes, a padres y madres de familia y a la ciudadanía en general, a que no olvidemos las infamias cometidas por este señor durante su paso como alcalde de Bogotá. Peñalosa contrató las pechugas de 40 mil pesos para el Programa de Alimentación Escolar, y cuando el escándalo lo obligó a hablar, dijo que él no contrataba con un código de ética, sino con un código civil. Declaración absurda que desconoce la importancia de la ética para la contratación con recursos públicos. Y no olvidemos que cerró 15 mil cupos de preescolar y que su obsesión ha sido acabar con la ETB.
Hacemos un llamado a las comunidades educativas para que rechacemos este tipo de pronunciamientos irresponsables que no tienen nada que ver con la realidad. En el fondo, Peñalosa busca engañar al pueblo fabricando culpables sobre problemáticas causadas por sus decisiones como gobernante.
“La poca inteligencia que yo tengo es muy lenta, entonces yo me acuerdo es como a los dos o tres días en la ducha que es lo que debí haber contestado”
Enrique Peñalosa