Dialéctica del retorno a la presencialidad escolar
Las tres conquistas más relevantes del Ley general de Educación para el magisterio colombiano, a saber: el gobierno escolar, El PEI y la autonomía docente, adquieren, en la situación actual, gran significación política, ética y pedagógica para avanzar en un retorno digno a la presencialidad escolar. La tesis de no volver mientras haya pandemia, así como la exigencia de mantener cerrados los colegios mientras continúen lo contagios son, a todas luces, improcedentes. Las familias y con ellas, las y los estudiantes, esperan que la escuela abra sus puertas y que los muros se conviertan en ventanas. La desesperanza desatada por el COVID y la crisis social provocada por régimen corrupto pueden impulsar prácticas pedagógicas emancipatorias. Aquí yace la dialéctica del retorno, pues no es posible volver a donde se estaba antes ni retornar al momento en que las escuelas cerraron cuando inició la pandemia.
- Autonomía: El retorno a la presencialidad escolar no debe ser de afán como quieren los empresarios de la educación, y menos aún, sin verificar las condiciones, como lo sugiere el gobierno nacional –y muchos gobiernos locales–, mediante circulares o directivas intimidatorias. Aquí es donde la autonomía docente, es decir, la capacidad para transformar el espacio social y redefinir las normas, los lenguajes y los símbolos de la cotidianidad escolar, se hacen visibles. La autonomía docente es una práctica política que perturba las relaciones de poder hegemónicas. En este sentido, esta Hojarasca hace un llamado a todo el magisterio colombiano para que radicalice su práctica pedagógica con el contexto material y organizativo de su institución. Se trataría de hacer factico el deber de ser veedor ciudadano. Observar, verificar, evaluar y actuar en cada una de las instituciones educativas permitirá avanzar en las condiciones mínimas para el retorno. Estas son acciones que hacen honor a la condición humanista y comprometida del o la docente. Gracias a este ejercicio pedagógico realizado por docentes en todo el país, ha sido posible denunciar lavamanos en mal estado, precariedad en el servicio de agua, arbitrariedad en la definición de los aforos de los salones, entrega de alimentos con vencimiento en la fecha de caducidad y visibilizar la violencia producida por la brecha digital.
- Gobierno Escolar: Cada institución educativa es un campo de combate, un escenario de tensiones, contradicciones y disputa de intereses. Esta es la gran hazaña del gobierno escolar. La Hojarasca invita a todas y todos las/os docentes del país a que se apropien de las instancias del gobierno escolar de manera critica y consciente, para que sea desde allí que se tomen las decisiones de gobernabilidad y, de la mano con padres, madres y estudiantes promover políticas de resistencia frente al autoritarismo de directores locales de educación, secretarías de educación y del mismo MEN. La micropolítica institucional es una herramienta para democratizar la institución escolar y dignificar un retorno digno a la presencialidad.
- Proyecto Educativo Institucional: La escuela avanzar en la colonización del mundo de la creatividad, las emociones y los afectos. La educación es, como lo dijera Freire y Jesús Martín- Barbero, entre muchos otros, un artefacto que produce subjetividades, a partir de la fuerza performativa del lenguaje. La forma en que decimos el mundo, los símbolos que usamos para relacionarnos con nuestro entorno son, simultáneamente una manera de fabricar la realidad. Recordemos la premisa freirerana de “la educación no cambia el mundo, cambia a las personas que van a cambiar el mundo”. En la escuela producto de la pandemia, los estudiantes deben ser escuchados: ellos quieren una escuela divertida, como lo expusiera la historiadora Tatiana Duplat en una columna reciente. Y divertirnos significa re-crearnos en, con y para el mundo.
El saber pedagógico debe plantear trasgresiones curriculares. El filósofo Santiago Castro-Gómez sugiere avanzar en la descolonización de los currículos escolares y juntar el autoritarismo del régimen con la crisis desatada por la pandemia, para proponer métodos, preguntas y lenguajes que cuestionen conceptos naturalizados como evaluación, asignatura, área fundamental, etc. El/la docente será indefinidamente un investigador militante. La sociedad demanda una nueva educación, pero esta no surgirá de los escritorios de tecnócratas, sino de quienes día a día miran de frente océanos de sonrisas expectantes.